Hay dos cosas que existen de forma innegable en este mundo: la fobia hacia ciertas personas o colectivos y los privilegios de otras personas y colectivos frente a los primeros.

Sin embargo, y aunque parezca imposible, la gente se empeña en negarlo. Cuando le dices a alguien que tiene privilegios, se enfada; si le dices que está transmitiendo una fobia hacia algo lo niega y, de nuevo, se enfada. Y así constantemente. Pero a ver, amigos, seamos realistas: la homofobia y la transfobia claramente existen; y un hombre heterosexual tiene privilegios frente a un hombre homosexual, aunque alguien siga empeñado en negar una obviedad tan grande.

Y si hay algo que de verdad existe por increíble que parezca y que es lo que vengo a enseñarles hoy, son la gordofobia y el privilegio de las personas delgadas frente a las gordas. ¿Cómo? ¿Que no me crees? Pues atento:

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En resumen: una chica delgada se mete entre pecho y espalda una pedazo de hamburguesa del tamaño de su cabeza acompañada de una guarnición de 5 kilos de papas fritas. «Qué tía tan molona, ojalá fuese mi novia, la amo». Todo bien, todo en orden. En comparación, nos encontramos con las fotos de una chica gorda que, tras muchos traumas, consigue reunir el valor para ponerse un bañador e ir a pasar un buen día de playa. «Joder, que puto asco, menuda ballena, deja de comer donuts, te lo digo por tu salud». Espera… ¿Todo bien? ¿Todo en orden?

Es decir, ¿que si una chica delgada se llena de grasas y mierdas el cuerpo no pasa nada porque está delgada, pero si lo hace una gorda la linchamos porque está gorda y qué asco nos da? (Que, claro, nadie admitirá que sea porque está gorda sino todos nos soltarán el maravilloso discursito paternalista de «te lo decimos por tu salud». Ya nos sabemos la historia).

Y no, amigo, no te sorprendas tanto ni pongas esa cara de «este mundo está echado a perder» porque, siento decírtelo, pero probablemente en algún momento de tu vida tú también hayas caído en esta gordofobia y la hayas incluso fomentado. Que tire la primera piedra quien no haya mirado mal a una gorda que se está comiendo una hamburguesa para luego ignorar a las delgadas que se están comiendo una hamburguesa acompañada de un kilo de papas fritas y 20 nuggets de pollo; que tire la primera piedra quien se ha extrañado al ver a una chica gorda con un adonis o a un chico gordo con una ninfa; que tire la primera piedra la gorda que no haya pensado alguna vez que su vida sería más fácil si fuese delgada.

La gordofobia y los privilegios de las personas delgadas existen y es indiscutible. Y ojo, que seas delgadx y tengas privilegios no te convierte en mala persona, es algo que viene en ti y que no puedes evitar tener. Del mismo modo que tener estos privilegios no te impide luchar contra la gordofobia evitando, por ejemplo, acusar a una gorda por estar gorda sin saber nada de su vida; o dejando de dar por hecho que una persona delgada está más sana simplemente por estar delgada.

La gordofobia existe, pero está en nuestras manos dejar de fomentarla y hacer que desaparezca para que se deje de juzgar el tamaño de nuestros cuerpos y se empiece a ver más allá de todo esto.