«A woman who cuts her hair is about to change her life.” ― Coco Chanel

Siempre me ha parecido curioso este fenómeno que nos hace a todas (porque es a todas) en algún momento de nuestra vida canalizar nuestra ira, rabia, depresión, frustración, duelo… bajo un corte de pelo o cambio radical de look.

Pero sobre todo un corte de pelo. Drástico.

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Una vez leí en algún sitio a alguien que lo llamaba “breakup hair” (ahora está de moda usar estos vocablos ingleses que parece que todo suena mejor y más guay) y me pareció que era muy ilustrativo. Una ruptura, una crisis de los 30? 40? 50?…un acabo-de-perder-mi-trabajo…el caso es que cada vez que atravesamos una etapa de desastre emocional, a todas nos da por recurrir a las tijeras ¿por qué?

Fijaos por ejemplo en algunas series de televisión como Felicity (Keri Russell) (¿os acordáis de Felicity?) donde la protagonista corta su preciosa melena rizada al iniciarse la segunda temporada. La chica de rizos envidiables decide cambiar su look para mostrar cambios en su vida – el final de su relación sentimental con Ben, independencia de sus padres y el cambio de carrera de medicina a arte.

O si nos vamos a una serie más actual y muy de moda actualmente, la reivindicativa serie Girls donde su protagonista, esta vez Hannah Horvath (Lenna Dunham), también se corta el pelo al final de la segunda temporada tras haber atravesado un periodo de locura y de crisis aguda (síndrome TOC aparte).

Y en la 4ª temporada de Mad Men, Sally Draper (Kiernan Shipka) se corta el pelo para llamar la atención de su padre y de todo el mundo, y de alguna forma es una metáfora física de su intento de tener cierto control sobre su vida tras el divorcio de sus padres.

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Y si nos vamos a la vida real tenemos casos  tan estridentes como los de Britney Spears o Miley Cyrus, en los que ambas realizaron unos cambios drásticos en sus abundantes melenas tras periodos de locura transitoria en el caso de Britney, que se rapó la cabeza y además lo hizo ella misma; y como reafirmación de rebeldía y de rotura con su pasado de niñita Disney para convertirse en una adolescente sexy y descarada (Miley).

Quizá sea porque cuando enfrentamos una de estas etapas, de crisis, de duelo, de cambio…nos sentimos fuera de control y consideramos que nuestro pelo es algo que sí podemos dominar. Quizá lo que ocurre es que es una manera de sentir que todavía tenemos las riendas de algo, aunque ese algo solo sea algo tan banal como nuestro peinado. O puede que sea simplemente una necesidad de un cambio visual y tangible que refleje nuestro cambio interior.

Renovarse o morir, dicen.

¿Vosotras qué opináis? ¿Nos rebelamos a través de nuestro pelo?