Todos creemos que pedir perdón y perdonar a los demás es uno de los gestos más humanos que existen y que además nos permite demostrar lo buenas personas que somos. Imagina que un día estás en el trabajo y borras sin querer un archivo importante. Pues pides perdón y ya está. O eres el rey de España y te vas a de caza a matar elefantes. Y pides perdón y ya está. Qué queréis que os diga, pero a mí esta fórmula no me vale.

En mi opinión, perdonar solo sirve para «quedar bien». Pedir perdón y perdonar es el postureo de los conflictos, pero realmente no soluciona nada. ¿Acaso ha reaparecido el archivo que borraste por error cuando pediste perdón y entonces todo se solucionó y la felicidad volvió a reinar en nuestros corazones? No. ¿Y acaso el rey emérito se llevó alguna sanción o el elefante que había matado resucitó milagrosamente? Tampoco.

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El acto del perdón me parece uno de los más vacíos que existen. Porque a eso ha quedado reducido: a un rito social que se repite por costumbre y que, aunque no sirve para absolutamente nada, todavía creemos que es algo bueno que nos beneficia a todos. Pero no, nadie sale beneficiado, ni el que pide perdón ni el que tiene que perdonar. 

Antiguamente, perdonar era algo real. Había gente que tenía el poder de perdonar, había reyes o gobernadores que podían llegar a perdonar una vida, que eso es como lo más grande. Hoy en día, perdonar solo es un gesto simbólico. Como darse la mano. Cuando conoces a alguien y le das la mano (o dos besos), estás rompiendo el hielo, mostrándote más cercano a una persona, pero nada más. Que os deis la mano no os convierte en marido y mujer, ni siquiera en amigos. Como pedir perdón no te convierte en una persona humilde, o perdonar te convierte en una buena persona. Perdonar solo sirve para que nadie se responsabilice de nada y nuestros actos no tengan consecuencias.

Si un día la cagas y pides perdón, al menos estás reconociendo tu error, cosa que me parece genial, que una cosa no quita la otra. Pero, ¿de qué sirve que reconozcas un error si no haces nada por repararlo? Porque, para ti, con pedir perdón ya es suficiente. YA TE HE PEDIDO PERDÓN, ¿QUÉ MÁS QUIERES QUE HAGA? Pues no sé, cariño, a lo mejor arreglar todo lo que has jodido TÚ y solamente TÚ.

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Y si le damos la vuelta a la tortilla… Si alguien la ha cagado y su cagada te ha afectado a ti personalmente (por ejemplo, si tu pareja te ha puesto los cuernos), ¿de qué sirve que te pida perdón? ¿Y de qué sirve que tú le perdones? ¿Te deja de doler su engaño instantáneamente? ¿Se hace borrón y cuenta nueva y seguimos como si nada hubiera pasado?

Cuando perdonas a alguien tus sentimientos quedan silenciados. Tu dolor, tu ira o tu miedo, ya no tienen sentido. Porque te han pedido perdón y los has perdonado. Y cuando estamos bajos de autoestima, por ejemplo, tendemos a perdonar a cualquiera, porque creemos que nosotros no importamos. Pedir perdón y perdonar suele significar que ya se acabó el problema: que ya no hay que hablar de ello ni preguntarse porqués o exigir soluciones. Así que el que perdona no está demostrando ser mejor persona, solo está perjudicándose a sí mismo (sin darse cuenta de ello).

Que no quiero decir con esto que nos volvamos ahora todos los más exigentes del planeta y no toleremos NI UNA a NADIE. No, todo lo contrario. Es necesario aceptar que TODOS cometemos errores. TODOS. Todos los días, de todo tipo, y hasta el rey de España tiene derecho a equivocarse. Pero es necesario que nos demos cuenta de que los errores sirven para aprender de ellos y para que busquemos soluciones. Si pides perdón, ni comprendes por qué has cometido ese fallo ni te enteras de las consecuencias que tus actos hayan podido llegar a tener, con lo cual, te desentiendes. Y eso solo puede generar más y más problemas, en lugar de disminuirlos.

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Así que a partir de ahora, cuando la cagues, reconócelo, y si quieres pedir perdón porque es lo que socialmente se espera de ti, hazlo. Pero no te quedes ahí. Soluciona el lío que has montado tú solito y no impliques a los demás en tus cagadas, porque ellos ya tienen bastante con haberse comido tu liada. Y cuando te la líen a ti, sé más comprensivo y entiende que todos nos equivocamos, y ayuda a la otra persona a encontrar una solución para lo que haya pasado… siempre y cuando quieras solucionarlo. Porque hay errores que ya no tienen marcha atrás, y eso no significa que sean imperdonables (porque el perdón no significa NADA), sino que ya no se pueden resolver. Así que te jodes y te enfrentas a las consecuencias de tus actos.