Porque, cuando me divorcié, me puse mi vestido de novia antes de venderlo y bailé como una loca, comí patatas fritas en el sofá y luego lo colgué de la percha como si nada.

Porque me pasaría seis meses frente al mar, en el pueblo que crecí, escribiendo sobre lo que la vida significa para mi.

Porque me masturbo a diario y soy una consumidora orgullosa de juguetes eróticos.

Porque acumulo momentos y experiencias. Lo material me importa un pito.

Porque miro a los hombres y a veces se me escapa una guarrada en susurros cuando paso cerca de uno que está bueno.

Porque no hay nadie más feliz en su moto que yo, a cero grados, por la Castellana, cuando luce el cielo azul.

Porque cuando canto mientras tiendo la ropa, algunos vecinos me han aplaudido.

Porque cogería un avión y recorrería medio mundo para conocer a alguien que me ha robado el corazón.

Porque fui infiel, aprendí y no me arrepiento de nada.

Porque soy madre en cada fibra de mi ser, aunque no haya parido hijo alguno.

Porque digo gracias, lo siento y te quiero tanto como puedo.

Porque estoy preparada para morir, en este instante, si fuera mi hora. Aunque me queden cientos de cosas por hacer, estoy en paz con mi vida y la muerte forma parte de ella.

Porque cuando me compro algo me imagino metiéndolo en una caja de mudanza y se me quitan las ganas de comprarlo.

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Porque mi culo de la 40, con cartucheras y todo, me encannnnnta.

Porque aún me cuesta dormir cuando me voy de viaje al día siguiente, no sea que me duerma y llegue tarde.

Porque cuando iba en metro, sobre todo los lunes, me imaginaba protagonizando un musical espontáneo en el vagón y todos los viajeros, felices, se unían perfectamente sincronizados.

Porque muchas noches el excedente del amor inmenso que siento se me rebosa por los ojos en forma de lágrimas y las derramo en soledad.

Porque mientras haya un buen libro, dormir, comer y vivir en general, es totalmente secundario.

Porque tengo un mundo paralelo, como en Ally McBeal o Walter Mitty, donde suceden cosas que me suelen hacer mucha gracia y, obviamente, nadie ve.

Porque soy una señora en la calle y , con esta mente sucia que tengo, una puta en la cama.

Porque he tenido gastro-orgasmos que ni Meg Ryan.

Porque cada día se me ocurre un nuevo tatuaje que añadir a los muchos que llevo ya.

Porque me se los diálogos de los «Los Goonies» de memoria.

Ser normal es aburrido: come, bebe, ama…