Ahora que se ha puesto de moda llamarnos millennials y clasificarnos como si fuéramos insectos y diseccionar todas nuestras virtudes y nuestras miserias, también se empieza a hablar de un tema que, al parecer, nos caracteriza como generación: nuestra constante insatisfacción.

Lo tenemos todo, hemos tenido comodidades, buena educación, vacaciones en el pueblo y en la playa, la sobreprotección de nuestra familia… pero aún así, no podemos evitar sentir que no estamos a gusto con nuestra vida. Y más de una vez todos nos hemos preguntado: ¿pero qué coño estoy haciendo con mi vida?

tenor

Yo también me pregunté un montón de veces por qué hacía lo que hacía, y, sobre todo, por qué hacía cosas que no me gustaban. Afortunadamente y después de trabajar con un psicólogo, he conseguido cambiar muchos aspectos de mi vida y hoy en día puedo decir que estoy más que satisfecha. Pero, por muy orgullosa que me sienta por haber conseguido que mi vida me encante, no puedo evitar sentir cierta pena cuando veo a muchísima, y es que es así de jevi, muchísima gente a mi alrededor que siente esa insatisfacción (que yo misma sentí durante tanto tiempo).

No puedo solucionar vuestras vidas, pero sí puedo deciros que nuestras vidas son solamente nuestras, y solamente nosotros somos responsables de cómo las vivimos. Es absurdo esperar a que nos caiga un golpe de suerte que lo cambie todo de repente. El cambio solo depende de nosotros. Y debe empezar con esta pregunta: ¿qué aspectos de nuestra vida no nos gustan y por qué?

A veces nos agobiamos tanto intentando probar todas las soluciones posibles a nuestra insatisfacción que nos saltamos el paso más básico: siéntate, cariño, para un poquito. Pídete un gintonic, un batido de fresa, lo que te apetezca. Y piensa. Reflexiona. No se le puede poner remedio a un problema que no ha sido identificado.

tenor (1)

Por cierto, amigas: nunca está de más recordar que este paso es fundamental, pero no es nada fácil. Por muy raro que parezca, parar un momento cuesta muchísimo más de lo que parece, porque nos encanta un fustigamiento y no hay nada en esta vida como tomarse un descanso y empezar a tener pensamientos de mierda de esos de hacerte sentir culpable solo por el hecho de haber parado, ¿verdad? Pues estad alerta. ¡Que no os traicione vuestra propia cabeza!

Una vez que ya habéis identificado qué es aquello que no os gusta, hay que pasar a la acción. Y, por desgracia, queridas, este paso también es complicado. Y… ¿a que no os imagináis quién es el culpable de ponérnoslo tan difícil? ¡Nosotras mismas! ¡Ole nuestro coño!

pr-11

De nuevo nuestra cabeza intenta llevarse todo el protagonismo arruinando con sus putas movidas cada intento por cambiar: «te saldrá mal», «no merece la pena», «tú no vales para eso…» ¿Y tú qué coño sabes, cerebro de mierda ¿Acaso eres Sandro Rey, de repente, que predices el futuro? Si quieres pasar a la acción, si quieres empezar a cambiar tu vida… ¡tienes que aprender a controlar a tu cabeza! Es un mojón como una catedral de grande pero es totalmente cierto: en la mayoría de las ocasiones nosotras mismas somos nuestras peores enemigas, nos encanta un autosabotaje. ¡Pero si conseguimos frenar nuestros pensamientos chungos podemos convertirnos en nuestras mejores aliadas!

Por último, hay otra batalla que debemos ganar antes de comenzar a cambiar nuestra vida, y es afrontar la realidad. Frenar el autoengaño. Reconocer nuestros errores. Ser conscientes de que a veces hemos tomado buenas decisiones y de que otras nos hemos equivocado. Y, sobre todo, tener muy claro que equivocarse no es un problema. El problema es hacer como si nada, y en esto, seguramente, somos todas expertas. Y que no se nos olvide que, lamentablemente, hay cosas en la vida que no se pueden cambiar. Pero, ¡eh! esto no son malas noticias. Aunque haya aspectos de tu vida que no te gusten y que no dependen de ti, lo que sí puedes cambiar es tu forma de enfrentarte a ello. ¡Así que, queridas mías, ya no tenemos excusa!

His-pure-joy

Y ahora, a echarle valor. Porque para cambiar tu vida hay que ser tremendamente valiente. Pero no valiente porque te pongas a escalar una montaña en busca de la experiencia mística que te hará cambiar el chip. No. Valiente de verdad: valiente para afrontar tu situación, para ser realista, para saber cuándo te has equivocado y cuándo lo has hecho bien, para dar la cara, afrontar las consecuencias y para crear un plan para el futuro… ¡y ponerlo en marcha!

Espero que a estas alturas del artículo ya estéis de subidón total pensando que todas podemos cambiar nuestra vida. Porque es verdad. Pero, por favor, no olvidéis que las cosas no cambian de un día para otro y que la vida no es una película Disney, donde con un solo beso o golpe de varita mágica se soluciona cualquier cosa. Los cambios necesitan tiempo y nosotros necesitamos ser perseverantes. Nadie dijo que fuera fácil, pero nadie ha dicho JAMÁS que fuera imposible. 

755

Permitidme un consejo, como señora que logró cambiar su vida y hoy se siente mucho más safisfecha: empezad por lo más fácil. Por ejemplo, si crees que eres demasiado dormilona y te gustaría madrugar más para aprovechar mejor tu tiempo, es mucho más sensato retrasar tu alarma quince minutos que dos horas, porque luego enseguida nos venimos abajo y, otra cosa que al parecer nos gusta mucho a los millennials es tirar la toalla pensando que está todo perdido. Y no, queridas, no os creáis lo que dicen la mayoría de las publicaciones de internet (creeros solo a Weloversize, obvio). Seremos millennials, pero también podemos llegar a ser personas fuertes y seguras de sí mismas capaces de enfrentarse a cualquier cosa: incluso a nuestra propia vida.

 

Imagen destacada y gifs: Parks and Recreation (NBC)