Toda mujer tiene una relación de amor-odio con sus tetas. Me gusta llamarlas tetas porque pechos me suena a señora mayor y senos, directamente a prehistoria… Luego ya boobies para mis compis modernas. La cuestión es que, las llames como las llames, llega un momento de tu vida en que las miras con más cariño, valoras que te hayan hecho como eres y te reconcilias con ellas.

Además de tratarlas mejor de ahora en adelante, es importante también reparar el daño causado y, para eso, lo primero es pedir humildemente perdón. Sé que a ti también te ha pasado, así que vamos a hacer un acto de contricción masiva. ¡Lee en voz alta, hermana!

queridas tetas, perdon

Queridas tetas:

  • Os pido humildemente perdón y juro que nunca jamás volveré a insultaros por ser demasiado grandes o demasiado pequeñas porque sois como sois y así sois perfectas.
  • Lamento haber considerado que las estrías, lunares, cicatrices o cualquier otra marca en la piel os afeaban cuando, en realidad, os hacían únicas.
  • Prometo no volver a juzgar la forma que tenéis o que estéis caídas porque cada una de esas características cuenta la historia de quién soy, de quiénes somos, y ahora me gusta.
  • Me declaro culpable de haberos minimizado, de haber intentado haceros desaparecer de mil maneras, desde las más simples como ir encorvada para disimular vuestra presencia hasta aplastaros embutidas en sujetadores deportivos dos tallas menos de lo debido.

odio mis tetas

  • ​He soñado más de una vez con una operación que me arreglara la vida, viéndome con unas tetas perfectas a golpe de bisturí, me da igual que pusiera o que quitara… que os hiciera diferentes.
  • También confieso que durante mucho tiempo usé los sujetadores como máscara, como una herramienta que os hiciera diferentes: con relleno para dar la impresión de ser mayores o reductores para que parecierais más pequeñas.
  • Sufro ahora pensando en la de veces que os negué caprichos como disfrutar del sol, el viento sobre vuestra piel, ya no digo libremente, ni siquiera el canalillo… Huía de las playas y las piscinas y, cuando iba, nada más salir me parapetaba tras la ropa que me pillaba más cerca.
  • Durante mucho tiempo no os dejé sentir placer: nada de paladear miradas admirativas que se demoraran sobre vosotras, os repasaran y sonrieran, ni permitir que otras personas os vieran, os acariciaran, os besaran, os lamieran… porque no erais dignas de admirar, claro.

queridas tetas

  • Tampoco me preocupé de vestiros con ropa bonita, simplemente me apañaba con la que había, sin protestar, sin pelear, sin buscar más porque, total, daba igual, porque vosotras no merecíais algo bonito.
  • Y, por menosprecio, os descuidé y no os puse toda la crema solar necesaria para vuestra delicada piel o me salté alguna revisión médica por pereza, por no daros importancia.

Ahora he entendido que vosotras y yo somos un todo, así que voy a tratarme bien, voy a cuidar de mi cuerpo, me miraré con cariño y me sentiré orgullosa de vosotras tal y como sois… porque ahora sé que sois perfectas.

¡Amén!

amén, hermana