Hace unos días abría el enlace de la noticia que anunciaba una condena de 6 años de prisión para el violador de una peregrina en el Camino de Santiago. Leí la noticia contenta y satisfecha, pensando que por fin la justicia española condenaba justamente un acto tan despreciable como es el abuso sexual. “¡6 años de prisión! Por fin la Justicia actúa”.

Ilusa de mí, leí la noticia emocionada, pensando que esto marcaría un precedente para las futuras condenas por abusos sexuales en nuestro país. Cuál fue mi sorpresa cuando al llegar a las causas que motivaron el fallo del Juez encuentro entre ellas que la víctima parecía no haber ingerido alcohol.

El violador golpeó a la víctima, rompió su ropa y abusó de ella, y los informes médicos presentaron lesiones psicológicas, a la vez que hematomas en los muslos y heridas en las rodillas. La víctima declaró ante un Tribunal y aportó testigos que apoyaron su declaración. Sin embargo, lo realmente importante para determinar una condena por violación es que la víctima no estaba borracha. Yo me pregunto: ¿habría sido una violación “menos grave” si la víctima se hubiera tomado dos cubatas? ¿Tendría menos derecho a que se hiciera justicia?

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Según las estadísticas, en España se produce una violación cada 7 horas y según datos policiales en el año 2015 se presentaron 1.227 denuncias por violación, teniendo en cuenta que este número solo recoge las agresiones sexuales con penetración (las demás no existen ante los ojos de la Justicia), por lo que el número de agresiones podría ascender a más de 2.000, además de aquellas que no se cuentan al denunciar por violencia de género, que trae consigo violaciones y vejaciones sexuales en la mayoría de los casos. Sin embargo, el número de condenas (sin especificar el tipo de condena aplicada) sólo alcanza las 949. Miles de mujeres sufren todos los días vejaciones, abusos sexuales y violaciones que marcarán su vida, tanto cotidiana como psicológica y sexual, pero lo realmente importante para las autoridades es que el alcoholímetro marque siempre 0, y que la víctima tenga “la suerte” de que su violador no la pille volviendo de fiesta.

Por otra parte, y CASI me irrita más que la poca vergüenza de esta justificación para una condena por violación son las recomendaciones que, tanto nuestro Gobierno como diversas páginas supuestamente en contra de los abusos sexuales, se nos hacen a las mujeres para evitar ser violadas: “no caminar sola de noche”, “evitar sitios oscuros y solitarios”, “sentarse cerca del conductor en un autobús poco concurrido de noche”, “no entrar a un ascensor que esté ocupado ya por un desconocido”.

Estas recomendaciones no sólo son inútiles, pues las violaciones no sólo se producen de noche y en callejones oscuros, sino que además nos enseñan a nosotras a ser precavidas, débiles, cuidadosas, en lugar de enseñarnos a ser fuertes y a tener derecho a caminar sin miedo por las calles. En lugar de enseñar a los hombres que las mujeres tienen poder sobre su cuerpo, y que nadie tiene derecho a violar a otra persona, se nos enseña a nosotras a ser sumisas, a tener miedo y cuidado, a medir nuestros movimientos para no ser violadas. Se nos enseña, una vez más a culparnos por los actos despreciables de otras personas.

Así que ya sabe, si ha sido violada y se ha tomado alguna copita de más, absténgase de hacerse oír.

Autor: Patricia Rodríguez

Las fotos pertenecen a What I Be Project.