Soy una enamorada del mundo Disney, soy feliz viendo una y otra vez las películas, cantando las canciones, emocionándome con ellas. Me sé los diálogos casi de memoria y tengo grabadas en la mente escenas que podría reproducir casi al dedillo.

Tengo un trauma que me persigue desde pequeña y que persiste todavía a día de hoy y, es que yo siempre he querido ser princesa aunque fuera un día, pero nada ni en carnavales lo conseguí nunca. He sido alienígena, vaquera, vampira, troglodita y otras tantas cosas, pero princesa nunca. Y es que, ¿quién no ha soñado alguna vez con ser princesa? Cantar bien, ser preciosa, tener un “cuerpazo”…si es que lo tienen todo…

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Así que un día no hace mucho me puse a pensar en ello; ¿qué pasaría si las princesas no fueran tan físicamente “perfectas” como nos hacen creer? ¿Qué pasaría si Ariel pesara 100 kilos? ¿Tendría la alfombra mágica de Aladdín alguna restricción de peso? ¿Se le vería la papada a la Bella Durmiente mientras disfrutaba de su plácido sueño? ¿Sería igualmente el ataúd de Blancanieves de cristal? ¿Encajaría a la primera el zapatito de cristal en los pies de Cenicienta?

Pues sí, ¿qué problema hay? Tendríamos una sirenita plus size, la alfombra supongo que aguantaría lo que le echasen que para algo es mágica y si no un paseo a la luz de la Luna es igual de romántico, con papada o sin papada la Bella Durmiente seguiría durmiendo plácidamente, el ataúd de Blancanieves podría ser de metacrilato y estoy segura de que el pie de la Cenicienta encontraría zapatitos igual de monos.

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Y ¿qué queréis que os diga? De hecho si no fueran tan jodidamente “perfectas” y nos presentaran imperfecciones, diferencias y un poco de realidad serían todavía más perfectas y lo que es más importante, más reales porque, ¿dónde está escrito que para ser princesa hay que ser alta, delgada, tener pelazo y cantar bien? ¿No puedo ser princesa si no cumplo alguno de estos requisitos? ¡Qué tontería! En el fondo princesas podemos ser todas tengamos papada, estrías, michelines, midamos 1,50, calcemos un 35 o no sepamos entonar bien ni una sola nota; solo nos hace falta creérnoslo.

Así que yo no voy a esperar ni a Carnaval voy a mirarme al espejo y voy a creerme y a ser princesa todos los días del año que a mí me apetezca que para eso me lo merezco.

Elena Rionda.

Foto destacada.