A estas alturas ya tengo asumido que mi peor enemigo soy yo.

Bueno, no. En realidad yo me quiero mucho, me adoro, casi me idolatro, vamos que tengo un ego desmedido. Me paso el día sacándome selfies y dicen los expertos (de qué no lo tengo muy claro) que es un síntoma de narcisismo. Si me llego a gustar un poco más me intoxico en mi amor propio. I LOVE ME. El problema es que mi cabeza me detesta (yo no recuerdo haberle hecho nada para que me tenga tanto asco, pero bueno, es lo que hay. Uno no puede caerle bien a todo el mundo).

La peor relación de mi vida la tengo conmigo misma.

Justo cuando creo mis esfuerzos están dando sus frutos y que por fin voy a poder disfrutar de mi felicidad, mis seres queridos, los pequeños momentos de la vida y mis logros  aparece mi cabeza: “¿Qué tal estás? Vengo a hacer que te lo cuestiones todo, empezando por tu valía”.

Nadie, creedme, nadie me ha dicho jamás palabras tan crueles como las que me susurra incesantemente mi despiadada cabecita cuando se propone hundirme en la miseria y el autoasco.

Por eso, cabeza, ahora que estás tranquila y tengo la mente lúcida tengo algo que decirte:

 

Me lo merezco. Me da igual cómo te pongas

Merezco todo el amor que me quieran dar. (Porque hay quien me quiere, ¿me oyes?)

Me merezco corresponder todos esos sentimientos (A nadie que me quiera le va a horrorizar mi amor, ¿estamos? No van a salir corriendo cual cervatilo en el bosque, ni se van a sentir incómodos).

Merezco cumplir mis sueños, o al menos seguir luchando por estar lo más cerca posible de ellos (Que no voy a ser una mediocre porque tú lo digas).

Merezco tener buena suerte de vez en cuando (tanta como el universo me quiera dar)

Merezco un descanso cuando lo necesito.

Merezco ser egoísta cuando procede  y no permitir que me hagan daño (lo que te incluye a tí, cabecita).

Me merezco mimarme y consentirme para sanar heridas y celebrar logros (o la vida, la vida misma es una buena excusa para celebrar cosas).

Me merezco ese pintalabios/pintauñas/libro/loquesea tan bonito que vi el otro día en una tienda.

Me merezco perdonarme por mis errores y mis defectos.

Me merezco los comentarios bonitos que pone la gente en mis fotos (No, no es sarcasmo. Lo piensan de verdad)

y los likes que me dan en Instagram (me voy a seguir sacando todas las selfies que me de la real gana, muchas gracias. Ole yo y ole mi ego)

Merezco ser escuchada y tener mi propia voz, aunque muchas veces diga tonterías o me equivoque («errar es humano»)

Merezco todo lo bueno que me ha pasado y todo lo bueno que está por llegar.

Así que cállate de una maldita vez y disfruta del viaje (que vienen curvas)

Fdo: Yo.