¿Te sientes estancada? ¿Crees que todo te sale mal? ¿Piensas que tu vida ha llegado a un punto muerto? ¿Te sientes incapaz de conseguir tus objetivos? A todas nos ha pasado esto al menos una vez en la vida y es una época jodida, la verdad, pero lo peor de todo es que, en la mayoría de los casos, nos autosaboteamos sin ser conscientes de ello.

cara-triste-padres-forzosos

En ese momento, nos quejamos de lo mal que nos trata la vida pero no nos damos cuenta de que somos nosotras solitas quienes nos impedimos avanzar. Y si algo no soportamos las loversizes es el victimismo porque no, nena, el mundo no te odia y sabemos que tú eres capaz de tomar las riendas de tu vida y hacer que sea lo más parecida a lo que quieres, así que ¡déjate de excusas y ponte a ello!

¿Cómo puedo saber si soy yo la que impide que mi vida avance?
Sigue leyendo y sé sincera contigo misma.

1. Sólo te rodeas de gente que piensa igual que tú
Te has hecho mayor y has elegido a tus propios amigos, esa tribu con la que te sientes tú misma. Eso es genial pero tratar con personas nuevas te permite conocer aspectos del mundo que hasta ahora desconocías. Además, escuchar ideas diferentes a las tuyas te ayuda a replantearte tus propias creencias y en eso consiste el crecimiento personal.

 

 

2. Has decidido conformarte
Aunque no te gusta tu trabajo, ahí sigues porque la cosa está muy mal y te pasas la vida mirando el reloj, esperando los fines de semana y la llegada de las vacaciones. O puede que desees volver al trabajo cada lunes porque no soportas tu vida de pareja o que quieras ennoviarte pero te dices que no te importa… En realidad, nunca decidiste cómo querías que fuera tu vida sino que te has dejado llevar por lo normal hasta el punto en que estás ahora. ¿Disfrutas cada actividad que haces? ¿Dirías que eres feliz? ¿Te has sentido satisfecha en la última semana? ¿Llevas la mejor vida que puedes vivir? Piénsalo bien y si no has respondido sí a todo, búscale remedio, que nunca es tarde.

Si sospechas que tu vida no avanza, tienes que leer esto

 

3. Te dedicas a quejarte en lugar de buscar soluciones
Deja de señalar a los demás con el dedo y fíjate en los tres dedos de ese puño que te acusan a ti misma. Dejemos el papel de víctima y hagámonos responsables de nuestras vidas que por eso son nuestras. Seguro que conoces a más de una persona que tiene circunstancias iguales o incluso peores que las tuyas y que, a pesar de todo, es feliz la mayor parte del tiempo. ¿Qué es lo que os diferencia? Me juego lo que quieras a que la actitud es la diferencia. Esas personas aceptan lo que tienen mientras trabajan por lo que quieren, en lugar de lamentarse tanto, así que tómalos de ejemplo. Céntrate en lo que quieres cambiar, busca el modo de hacerlo posible y mueve el culo.

 

4. Te has acomodado, reconócelo
Todo en tu vida encaja, funciona sin que te esfuerces y no estás mal pero… ¿estás bien? Porque parece un juego de palabras pero no es lo mismo. Pregúntate si realmente te gusta tu vida o es que te has hecho comodona y no quieres abandonar la archifamosa zona de confort. Buscar nuevos retos asusta, no siempre es bien visto por la gente que te rodea, puede que no te entiendan… ¿y qué? Olvídate de todo eso y escucha si tu corazón late con fuerza, se apasiona o sólo se conforma.

 

5. Tú solita te encasillas
La mayoría de las veces, el miedo proviene de una creencia limitante. Nos hemos repetido tantas veces No puedo, No soy capaz o No me merezco algo tan bueno, que nos lo hemos terminado creyendo pero no es cierto. Has llegado hasta el presente gracias a tu esfuerzo, al buen uso que has hecho de tus capacidades y a algún tropezón, vale, pero estás de nuevo en pie, ¿no? ¿Por qué no confías entonces en que puedes volver a hacerlo? El ser humano puede crecer, aprender y evolucionar durante toda la vida, así que no te limites tú sola y disponte a empezar de nuevo, desde cero si hace falta. ¿Que hay cosas que no sabes hacer? Vale, pues busca la manera de aprenderlas.

 

 

6. Escucha tu voz
Pasamos demasiado tiempo rodeadas de personas que opinan sobre nuestra vida. Unas veces les consultamos nuestras decisiones, les hemos pedido consejo y, en otras, nadie les ha dado vela en el entierro pero dicen lo que se les ocurre sin más. No es malo escuchar a los demás, tenerlos en cuenta pero… y tú, ¿te escuchas? Eres adulta y eso supone seguir tu propio camino, tomar tus decisiones y, sí, también asumir la posibilidad de equivocarte. Todo forma parte del crecimiento como persona.

sigue tu propio camino

 

7. Tienes más en cuenta los riesgos que las recompensas
Ser prudente y buscar la seguridad es bueno, claro, pero si nos empeñamos en mirar siempre el peor de los casos, nunca tomaremos ningún riesgo. Si actúas así, el miedo se apodera del mando en tu vida cuando es mil veces mejor atreverte a seguir tus sueños. ¿De qué tienes miedo? ¿De arrepentirte? Bueno, es mejor que te equivoques que quedarte con la sensación de no haber intentado algo que querías. Así que mi consejo es que averigües qué te da miedo y cómo puedes superarlo. Piensa en todas las veces que el miedo te ha detenido –demasiadas, seguro– y enfréntalo: atrévete a hacer cosas que siempre has querido pero no te has atrevido. Filosofía loversize 100%.

 

 

8. No quieres dejar de controlar
Todas llevamos un yo controlador dentro que nos hace creer que todo irá bien si contemplamos todas las opciones, si seguimos un plan preestablecido y no nos apartamos del camino trazado. Así, dejamos pasar un montón de experiencias que ampliarían nuestro conocimiento del mundo. El control sirve al miedo y nos limita: no nos deja improvisar ni dejarnos llevar sin más por el momento. Es verdad que controlar minimiza el sufrimiento pero también nos aleja de vivir experiencias maravillosas, así que manda callar a la controladora que vive en ti.

shut-up-calla

 

9. Caes en la profecía autocumplida
Esta teoría explica que una predicción acaba convirtiéndose en realidad porque, consciente o inconscientemente, trabajamos para que se cumpla. Por ejemplo, si creo que no voy a conseguir un trabajo, ni siquiera envío el CV y, claro, así es imposible que me contraten. Lo mismo con ese chico que te vuelve loca: como crees que no se va a fijar en ti, pues ni le diriges la palabra… Tú solita consigues que se cumpla eso que tanto temes y haces cada vez más profundo tu pensamiento negativo. Pero ya ves que tiene fácil solución: sé consciente del boicot que te haces y trabaja en pos de tus sueños, no al servicio de tu miedo.

profecía autocumplida

10. Haz algo diferente
Ya no recuerdas la última vez que hiciste algo nuevo, ¿verdad? Piensa en las cosas que te divertían de pequeña, con las que pasabas horas sin cansarte, y trata de recuperar esa pasión de entonces. Es parte de ti y, probablemente, te conecte con tu esencia, así que explora en esa línea y haz un curso de algo relacionado: si te gustaba pintar, haz un curso de dibujo; si te gustaba ir a la montaña, hazte de un club de montaña. Alimentarás así tu alma y, además, te relacionarás con gente nueva. E igual hasta te atreves a reenfocar tu vida, ¡quién sabe!

 

¿Y bien? ¿Te identificas con más de una de estas situaciones? ¿Sí? Vale, pues ahora que has identificado el problema… ¡muévete!