Soy de brazo gordo. ¿Vaya tontería, no? Pues lo soy. Y mi chico, cada vez que digo estas tonterías/verdades, siempre me dice que no sea boba, que mi brazo es normal. Y quizá aquí esté el quid de la cuestión. Ahora os explico, pero antes un poco de contexto.

Fui una de esas niñas a las que las tetas les crecieron de repente aún cuando seguían siendo unas niñas: a los 10-11 años me veías llevando un sujetador de Playtex y jugando a las barbies. Sí, además nunca he sido de pocas tetas, sino de bastantes. La naturaleza a veces es muy cruel.

El caso es que puede que una de las razones de mis mollosos brazos sea la forma de mis tetas. Véase: me crecen muy separadas, definiendo lo que yo de broma llamo “la Gran Llanura Europea”, y sin embargo luego chocan con mis brazos. Viva el cuerpo humano. En fin, puede que por ese choque se cree ahí una tensión que dé lugar a un brazo más corpulento de lo normal, acompañado de una preciosa raya en forma de T que en lugar de ir entre mis domingas está situada en cada una de mis axilas. Todo precioso.

Pero de ninguna manera es para tanto. Muchas me veríais y me dirías como mi chico: que no sea tonta, que estoy estupenda. Y puede que sea verdad. Es más, sé que mi cuerpo está en su sitio, con sus más (mollas) y con sus menos. No me puedo quejar. Además, desde hace unos años me he estabilizado en una de las tallas más anheladas por muchas mujeres (36/34, según quiera Inditex), y eso está mejor que bien habiendo llegado a usar una 42 en el instituto, que aunque no es nada grave, para mí en su momento fue un trauma por los comentarios que me llegaron a hacer algunos de mis compañeros. Sí, todos eran unos palillos.

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Me podéis ver en las fotos, ahí estoy yo, una chica sanota. ¿Y lo del brazo gordo? Una manía. Con todas sus letras: m-a-n-í-a. Porque como observáis, estoy bien. Mirad mi brazo: es todo salud. Yo seguiré poniendo cara de “bueeeeno”, pero es más o menos salud. ¿Pero qué es lo que ocurre? ¿Cuál es el problema para que yo haya días que maldiga mi ancho brazo porque no me quedan bien las camisetas o vestidos de tirante fino?

Pues esto de misterio tiene muy poco. Resulta que es la historia de siempre, la historia que a tantas nos tiene hasta los mismísimos: que nos bombardean constantemente con anuncios e imágenes descaradamente photoshopeadas y protagonizados por mujeres seudoenfermas (no digo directamente enfermas, no vaya a ser que alguien de la industria se me indigne, Dios no lo quiera) con piernas mega delgadas, boca entreabierta porque es sexy que te cagas (modo sarcasmo puesto, cuidao) y bracitos mini.

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Sí, dichosos mini bracitos… ¿La consecuencia? Muy obvia: nos acabamos viendo defectos donde NO los hay. Aquí, una servidora se ve los brazos gordos cuando los tiene normales. Y habrá otras que se vean el culo gordo, las piernas gordas o todo gordo. Pero lo tengo muy claro: de vivir en una sociedad donde no se fomentara la esclavitud al cuerpo femenino raquítico esto no pasaría y estoy segura de que habría mujeres con menos problemas de autoestima, imagen o trastornos alimentarios.

Así que, mujeres de todo el universo (y aquí me incluyo a mí): no seamos bobas. Somos más que una imagen, más que una talla y más que un cuerpo. Oídos sordos a las absurdas modas y a los cuerpos photoshopeados y/o enfermizos. Ellos son los anormales y no nosotras. Y que vivan los cuerpos normales. Y que vivan mis brazos sanotes.

Autor: Rocío Martínez

Fotos: Edgar Bahilo