Al igual que hay cuerpos no normativos también existen formas de hablar que no lo son y la más habitual es la tartamudez. Atascarte al hablar, que no te salgan las palabras, repetición de sílabas y hacer movimientos involuntarios con las manos o la cabeza cuando tu cuerpo se niega a verbalizar lo que tienes en la punta de la lengua son algunos de los síntomas. No exagero si confieso que me odiaba a mí misma por no ser capaz de hablar en público durante 5 minutos sin trabarme y sentir una vergüenza horrible si escuchaba alguna risa (han sido pocas pero duelen igual).

No es fácil reconocerte fuera de ese grupo de «normofluidos» cuando la televisión ha utilizado constantemente a las personas tartamudas para reírse de ellas, poniéndolas en situaciones ridículas y propiciando chistes. Sólo la película «El discurso del rey» arrojó algo de luz y esperanza a los que nos trabamos al hablar, demostrando que si la sociedad no hace más alto el muro, al final terminaremos por saltarlo.

Apenas hay referencias en los medios de comunicación y pocas veces visibilizarán a un tartamudo hablando, ¿por qué? Pues porque como los gordos a la vista, tampoco parecen ser agradables al oído. El mensaje es claro: tu forma de hablar incomoda y preferimos hacer oídos sordos.

Sería una historia muy triste si terminase así, aceptando que trabarse al hablar está mal y que no levantar la mano en clase por miedo a las risas es la norma. No, al menos ya no. Me queda un largo camino para dejar de ponerme roja si no me salen las palabras y la gente levanta la vista mirando con pena (prefiero la mofa) pero a cada palabra siento que estoy más cerca.

Dicen que el primer paso es reconocer el problema pero ¿sabéis qué? A todos los que tengáis algo diferente, dejad de considerarlo un problema y empezad a entender que esa característica para bien o para mal no os definirá, al menos siempre que vosotros no queráis. Ocultar cómo somos, ya sea bajo una faja, tras un poco de relleno en el bikini o guardando silencio sólo nos invisibilizará un poco más y el mundo ya es bastante oscuro como para seguir apagando luces.

Así que: hola, a veces tartamudeo y aún así soy ma-ra-vi-llo-sa.

Imagen destacada: scmp.com / Marilyn Monroe también sufría disfemia (tartamudez).