Ante todo quiero dar las gracias a Rebeca por haberme aportado la idea de escribir sobre este tema.

¿ Quién no tiene hoy en día algún perfil en las diversas redes sociales? Bueno, esa pregunta es fácil de responder.

Probaré de otra manera,  ¿ cuántas redes sociales tenéis activas? Yo reconozco que utilizo Twitter para temas profesionales, Facebook para temas personales y profesionales ( cada vez me cuesta más separar esos ámbitos en FB), Whatsapp por supuesto para ambas cosas también, Google+, Youtube, Linkedin, Instagram, Strava, Pinterest, y seguro que alguna más. Irene Riot nos da algunas pistas en este fantástico post.

Es probable que Internet y por extensión, las redes sociales, puedan crear ciertos hábitos adictivos. Las tecnologías de la información llegaron a nuestras vidas y se han acabado estableciendo dentro de nuestra rutina, provocando cambios sustanciales tanto en las relaciones indirectas, como en las relaciones más directas. Nos relacionamos diariamente con personas que no conocemos fisicamente, y nuestra manera de relacionarnos con las personas que si conocemos, también ha sufrido cambios. Abril Camino hace alusiones a como las nuevas tecnologías han modificado la forma de relacionarnos con los demás en este post.

Pero , ¿por qué enganchan tanto las redes sociales? Voy a intentar aportar algo de luz al respecto.

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En un artículo publicado en The Lancet Psychiatry (2015) se afirmaba que no se puede hablar de que la adicción fuese el resultado solo de factores genéticos y bioquímicos. La adicción es un trastorno multifactorial que puede deteriorar procesos cognitivos y motivacionales. El cerebro no solo cambia en función de la química cerebral, sino que la conducta, o sea, la forma de comportarnos, tiene un importante efecto sobre como funciona nuestro cerebro.

La adicción se desarrolla cuando nos relacionamos en las redes sociales, cuando nos familiarizamos con ellas y nos resultan atractivas las sensaciones ( emociones) que se generan. Al final las personas terminan enganchadas a esas sensaciones placenteras que se generan ante este tipo de gratificaciones inmediatas.

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Cuando nos relacionamos dentro de las redes sociales, solemos proyectar sólo los aspectos positivos, nuestros escenarios más idílicos, nuestras mejores fotos, dejando de lado los aspectos que nosotros mismos evaluamos subjetivamente como más negativos. Esto nos puede generar una idealización de nuestra persona que no se corresponde con la realidad. ¿Quién no tiene alguna foto mala? ¿Quién no se ha vestido alguna vez con alguna prenda un poco hortera?  ¿Quién no ha dicho algo inadecuado y luego arrepentirse por ello?

Todo esto amenaza la imagen que queremos crear de nosotros mismos. Y es esta imagen idílica de nosotros, la que nos ofrece las gratificaciones de las que hablaba antes. Un «yo» sin imperfecciones, un «yo» perfecto, un «yo» modélico. Ruth sabe muy bien de lo que hablo aquí.

Otro aspecto importante que determina la forma en la cual nos relacionamos en las redes sociales tiene que ver con los refuerzos y mecanismos psicológicos que conducen a la formación de un hábito. Las redes sociales son adictivas porque son medios en los cuales se nos permite interactuar con otras personas, se usan para socializar, conocer gente nueva, para ligar, para buscar sexo y para implicarse en un grupo. De acuerdo con esto, se establecen 3 áreas de refuerzo psicológico: apoyo social, realización sexual y creación de un personaje.

  • Apoyo social: Los grupos se forman muy rápido en las redes. ¿ quién lo puede poner en duda, verdad?. Se fomenta así la intimidad entre los miembros, auspiciada por la desinhibición que proporciona la seguridad de la pantalla. Se llena así la necesidad de apoyo que tenga una persona en situaciones estresantes de la vida. Se comparten problemas, puntos de vista, críticas hacia algo o hacia alguien y enseguida vemos consensuados nuestras apreciaciones. Es agradable comprobar como nos dan la razón en algo, ¿verdad?.
  • Satisfacción sexual: Desde hace ya mucho tiempo hay aplicaciones, webs y redes sociales diseñadas para la búsqueda de sexo, entre heteros y homosexuales. Con o sin web, de contacto rápido o con juegos de cortejo. En el ciberespacio se siente uno seguro y libre de las ataduras por el anonimato. Por otro lado las personas que se sienten poco atractivas fisicamente se ven liberadas de este problema. También la realidad a veces de sexo seguro es un factor reforzante. ¿Habéis practicado alguna vez cibersexo?
  • Creación de un personaje: Desde los nick hasta los avatares. Son idealizaciones nuestras. Internet permite la creación de un personaje modificando alguna cualidad o característica física que en el mundo real son inamovibles. Son formas en definitiva de reinventarse a uno mismo y de cubrir una necesidad psicológicas, como la expresión de rasgos reprimidos y los sentimientos de poder y reconocimiento, encubriendo la inseguridad a la hora de enfrentarlos en el mundo real.

Pero si hay un colectivo más propenso a caer en este tipo de adicciones es el de los adolescentes y adultos jóvenes en quienes hay factores predisponentes como :

  • Baja autoestima
  • Búsqueda de novedades y emociones fuertes
  • Haber sufrido algún desengaño amoroso
  • Sentimiento de soledad y fracaso
  • Estados depresivos o distímicos
  • Rechazo a su propia identidad

Vale, reconozco que tengo un problema. ¿Cómo lo sabré a ciencia cierta? Aunque a veces no hay nadie que nos conozca mejor que nosotros mismos, nos cuesta reconocerlo abiertamente. Quizás haciendo un poco de autocrítica podamos avanzar hacia un buen resultado, pero ¿hay alguna forma de saberlo con cierto criterio?. ¿Podemos identificar de alguna forma la adicción a las redes sociales y a internet? Varios autores coinciden en una serie de signos cuando:

  • Nuestros pensamientos, sentimientos y comportamiento en torno a las RRSS tienen un protagonismo exacerbado.
  • Se invierte gran cantidad de tiempo y esfuerzo en pasar conectado.
  • Se alteran los estados emocionales como consecuencia de su uso.
  • Nos volvemos inestables porque nos interrumpen o se nos limita el acceso.
  • Persistimos en continuar con el uso y dejamos de lado nuestras responsabilidades.
  • Negamos que nuestra actividad tenga consecuencias y afirmamos que lo podemos dejar cuando queramos.

Pero esto está muy bien y puede que nuestra subjetividad no nos permita atender a este tipo de señales. ¿Qué puedo hacer entonces si tengo la sospecha pero no identifico estas señales?

Os propongo un juego de juicio crítico para poder identificar esta adicción en nosotros. Se trata de ir contestando a las siguientes preguntas y con las respuestas, iréis creando un espacio para la reflexión.

  • ¿Te sientes preocupado con Internet (pensamientos acerca de la última conexión o anticipas la próxima sesión)?
  • ¿Sientes la necesidad de incrementar la cantidad de tiempo de uso de Internet para lograr la satisfacción?
  • ¿Has hecho repetidamente esfuerzos infructuosos para controlar, reducir o detener el uso de Internet?
  • ¿Te has sentido inquieto, malhumorado, deprimido o irritable cuando ha intentado reducir o detener el uso de Internet
  • ¿Te quedas más tiempo conectado de lo que inicialmente había pensado?
  • ¿Has perdido o puesto en peligro alguna relación significativa, trabajo, oportunidad educativa o profesional debido al uso de Internet?
  • ¿Has mentido a los miembros de su familia, terapeuta u otros para ocultar su grado de implicación con Internet?
  • ¿Usas Internet como un medio de evadirse de los problemas o de aliviar un estado de ánimo disfórico?

Las respuestas a estas preguntas te guiarán a donde tú quieras dirigirte. Si ves que no controlas, quiero que sepas que hay personas dispuestas a ayudarte. Solo tienes que pedirlo.

Ilustración destacada: Dunsky.