Soy una mala mujer porque SOY gorda, una gorda que se mira desnuda en el espejo y le encanta lo que ve  y no se lamenta ni se siente culpable cada vez que se bebe una cerveza detrás de otra acompañada de sus respectivos aperitivos nada hipocalóricos. Y además, después, eructa con ganas.

Mala mujer porque entre mis aficiones favoritas no está ir de compras (de hecho lo odio), criticar al resto de mujeres y sus actos o pasarme horas y horas hablando sobre moda, tendencias, dietas milagro  o maquillaje.  Me preocupa e interesa, claro está, a todas nos gusta sentirnos bellas, tener el ego por las nube y caminar por el metro cual negra del Bronx, pero no centro mi vida en ello.

Mala mujer porque el 80% de la ropa de mi armario es de color negro y la mayoría de mi calzado es plano y deportivo. Lo de sufrir dolor y andar como un potrillo recién nacido no va conmigo, oiga. Y mi bolso mas preciado y usado es un tote bag negro dado del revés porque no me gusta su dibujo y donde podría meter a mis tres hermanos y mis dos gatos sin que les faltara espacio.

Mala mujer porque en verano salgo a la calle con el mismo moño que me hice para no mojarme el pelo en la ducha con tal de no peinarme o no morir de calor bajo una mata de pelo de color naranja.

landscape_nrm_1419021059-naomi_shimada_by_lily_cummings

Mala mujer por ser partidaria del aborto y de que las mujeres puedan tener la libertad de no querer ser madres, ya sea en un momento determinado  o como decisión vital. Llevo años escuchando un “tu lo que eres es una egoísta de cojones” cada vez que expongo mi decisión de no querer tener hijos.

Lamentablemente, nada de esto ha sido así de siempre. He llorado mil millones de veces lamentándome por mis kilos de más, pensando que ser gorda era peor que cualquier enfermedad terminal, que no tener pareja o hijos me desterraría a la marginación social y gastando dinero en zapatos de tacón que llevaba en una bolsa de plástico, me los ponía al entrar al garito de moda y me volvía a quitar aproximadamente a los 15 minutos.

Amigas, demos las gracias a cumplir años, que a parte de arrugas y crisis existenciales nos aporta madurez, nos abre la mente y nos quita gilipolleces y complejos absurdos de la cabeza.

Soy mala mujer por tener pensamientos opuestos a lo que desde pequeñas nos enseñan que debería ser el modelo perfecto de mujer. A venerar y servir a los hombres manteniéndonos en un segundo plano. Muy, muy por debajo.

Mujeres, quereos libres, seguras, independientes, fuera de los estereotipos marcados por la sociedad y el patriarcado . En definitiva, sed “malas mujeres”.

PD: Supongo que tengo algo de buena mujer porque siempre suelo oler bien, tengo la piel suave, un pelazo largo, rizado y pelirrojo y unas buenas tetas. Ah, y no salgo de casa sin por lo menos tres pintalabios rojos y un eyeliner en el bolso ☺

Alba Pereda

 

En las fotos: Naomi Shimada