Siempre desde que tengo uso de razón he estado rellenita y como consecuencia a dieta. He sabido lo que me conviene comer y lo que no, lo que es bueno y malo, lo que engorda, lo que adelgaza, lo que puedo y no puedo comer…. y un larguísimo etcétera. A mis 21 años la teoría me la sé de memoria, y aunque parezca que no, la práctica también (aunque he de reconocer que me cuesta). Sé que estar toda mi vida a dieta ha sido culpa mía, yo siempre quería adelgazar y nunca lo conseguía, pasaba de una dieta a otra y no hacía caso a los que me decían que era mejor descansar y volver a empezar.

Me gusta como soy, me veo GUAPA cuando me miro al espejo y creo que es cierto (modestia aparte). Pero siempre hay comentarios autodestructivos que me hago cuando me miro (sobre todo de cuello para abajo). Creo que todas, cada mañana deberíamos mirarnos y ver lo guapas que estamos, pero siempre lo primero que hago es ver todos mis defectos. Siendo sincera me encanta mi cara: mi boca, mi nariz cerdito, mis ojos marrones verdosos, mis cejas, mis mofletes, pero también mis manos, mis muñecas. Intento tener buena autoestima, creo que es una de las cosas más importantes para todo tipo de personas, y aunque parezca que la tengo no es del todo cierto, aunque me encantan muchas cosas.

Lo reconozco: lo he pasado mal, muy mal. Sufría mucho al no adelgazar y no solo estaba mal yo, sino también mi familia, pues mi carácter cambiaba mucho y muchas veces decía y hacía cosas de las que me arrepiento. Pero tras muchos años  decidí dejar las dietas por un tiempo y sin duda ha sido una de mis mejores decisiones. Me siento mejor, mucho mejor, y me encanta. Mentiría si digo que a veces no tengo bajones, pero creo que todos los tenemos.

Creo que las personas que estamos más rellenas no debemos dejarnos llevar por lo que nos digan, por los comentarios absurdos, por tantos y tantos “deberías ponerte a dieta”, o “creo que tienes que hacer ejercicio”, el típico “esto parece grande, seguro que te viene”, “tú te vas a quedar con hambre, con lo que comes”,  y el famoso “con lo guapa que eres y el cuerpo que tienes” (que amables todos ellos jajaja). Lo más importante es ser feliz, la felicidad de uno mismo.

Con 21 años, 125 kg y una talla 54 cuento que lo he pasado mal, pero que ahora me encuentro genial. Ahora disfruto yendo de compras y no me importa irme a las tallas grandes (aunque a veces me indigno porque no hay tanta ropa como me gustaría). Estoy genial y eso es lo que importa. Soy feliz y punto.

Gracias Weloversize por hacerme sentir tan identificada y sobre todo por hacerme reír. ¡VIVAN LAS GORDIBUENORRAS!

Autor: Isabel María Hernández