Dicen que con el paso del tiempo el ser humano evoluciona, ¿estamos seguros de eso? Está claro que ya no vamos quemando a la gente en la hoguera por hereje, ¿o sí? Antes era de forma literal, afirmabas algo que no casaba con las ideas del momento o tenías un estilo de vida diferente, y las probabilidades de morir chamuscado eran bastante altas. Ahora, aunque ya no hay madera humeante que nos haga intuir que ahí hubo una quema de brujas, sí que podemos ver en cualquier medio los comentarios del cazador de “brujas”, ese que no duda en acribillar con su lengua viperina a todo aquello que se salga de sus normas.

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Siempre han existido cánones de belleza, hemos pasado de ocultar nuestra piel pálida del sol a churruscarnos como pinchos morunos. Los cánones de belleza están ahí y resulta que nadie está de acuerdo con ellos, pero ¡ojo! porque si te alejas demasiado de ellos puedes correr el riesgo de ser quemada en esa hoguera virtual.

Modelos delgadas, gordas, más bajas, modelos jirafas, con oreja de soplillo, con ojos saltones, con una cara tan normal que bien podría ser tu vecina del tercero; no importa cómo sean, serán criticadas. Ellas y nosotras, las de a pie de calle, las que no importa cómo seamos ni lo que digamos que siempre habrá alguien que nos estará escrutando con su monóculo y nos dirá que no encajamos, nos lo dirá y, si puede expresarlo con aires de dios del Olimpo, lo hará, todo sea por hacer daño, si nos molesta… soltará aquello de si te molesta, será por algo y la culpa, por supuesto será nuestra.

¿Qué más dará que yo sea gorda, flaca, pecosa o con piel lechosa? En serio ¿Qué más da? ¿Sería mejor que no lo fuera? ¿Me haría mejor persona o más guapa o más aceptable a las miradas ajenas que encajara en el perfil de unos pocos que sólo me molestan porque sólo buscan llamar la atención? ¿Quién se ha autoproclamado juez para señalar lo que mola y lo que no?

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Todos defendemos que cada uno haga lo que quiera, que vista como le parezca y que viva según sus propias convicciones. Eso sí, siempre y cuando no sean contrarias a las nuestras. ¿Qué se puede decir ante todo este despropósito? Yo digo que tonterías las justas porque si todos juzgáramos lo que no nos gusta no quedaría títere con cabeza, así que cuidadito que nos estamos volviendo muy gilipollas con eso de que opinar es libre y al que no le gusta que se aguante. Aprovechamos Internet no para abrir nuestras mentes y conocer otros estilos de vida e ideas, sino para afianzar las nuestras. ¿Dónde ha quedado la tolerancia? ¿Desde cuándo el anonimato es la carta blanca que permite criticar a todo lo que se mueve? ¿Desde cuándo nuestra vida se ha vuelto tan triste que lo único que nos entretiene es machacar a todo aquel que no es como nosotros? Ahí lo dejo.

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