Hace poco conocí a una chica que se acababa de mudar por motivos de trabajo, y a raíz de malas experiencias, encontraba limitaciones en su día a día. Le costaba hablar con la gente por miedo a hacer el ridículo, se sentía insegura tomando decisiones porque creía que iba a estropearlo todo, y creía que era menos válida que el resto de compañeros. Cuando terminó de contarme su situación, dijo algo que me dejó patidifusa: “pero yo no tengo problemas de autoestima, me gusta mi cuerpo”.

La autoestima no solo se relaciona con el físico. Por definición, es el conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones y sentimientos acerca de nuestra forma de ser, de nuestra personalidad y, también, de nuestro cuerpo.

La autoestima va más allá de tu físico

Puedes estar muy a gusto con tu físico, pero a la vez sentirte insegura respecto a algún rasgo de tu forma de ser, y creo que es algo que muchas de nosotras vemos a diario.

Pongo el ejemplo de la chica del comienzo. Aunque su físico no le suponía un problema, se sentía muy insegura en otros aspectos. Creía que no era lo suficientemente divertida, interesante y carismática como para hacer amigos en la nueva ciudad. Por otro lado, le aterraba tomar decisiones en el trabajo porque no se veía capaz. Estaba segura de que iba a cagarla a la mínima, que su jefa se iba a dar cuenta de que no valía para el puesto, y que iban a despedirla.

Como este caso, hay cientos. Personas a las que les aterra ligar en un bar porque creen que no tienen carisma para hacerlo; a las que les da pánico el sexo porque se sienten inexpertas y torpes; a las que les espantan las cenas familiares porque se sienten inútiles cuando les preguntan que por qué no tienen trabajo.

Imagínate la autoestima como un libro dividido en capítulos en el que apuntas lo que piensas de ti. El capítulo de la amistad, el del sexo, el del amor, el del ligoteo, el del trabajo, el del cuerpo, el de la personalidad, etc. Si nos ponemos, no acabamos nunca, porque podemos encontrar tantos capítulos como inseguridades sentimos.

La autoestima no es algo fijo e inamovible

Muchas veces se publican en esta web las historias de mujeres que han conseguido superar sus problemas de autoestima, y automáticamente la gente piensa que se han convertido en Wonderwomans con una armadura inquebrantable que las protege de cualquier inseguridad. Para nada es así. Tras mucho esfuerzo, tiempo y paciencia, llega un momento en el que te enamoras de ti misma, pero eso no evita que puedas levantarte una mañana sintiéndote como la mierda del WhatsApp.  Tal vez ese día te ves horrorosa, te afectan un montón los comentarios de la gente y te sientes la persona más inútil del mundo, pero eso no significa volver al principio del camino.

Lo curioso es que muchas personas creen que tener problemas de autoestima les hace parecer débiles y se niegan en banda a admitirlos, barriéndolos debajo de la alfombra hasta que la montaña se hace más y más grande, y desborda. Todos tenemos inseguridades en algún momento de nuestra vida, y no pasa nada. Nuestra autoestima tiene bajones y subidones, a veces influenciada por el comportamiento y las palabras de los demás, y otras muchas por nuestras propias circunstancias personales. Aun así, seguimos trabajando en ella, porque el amor propio es el único que nos acompañará toda la vida.

@ManriMandarina