Proablemente ya os hayáis enterado. A lo largo del día de hoy habrás visto esta noticia en el muro de Facebook de multitud de personas. Todos indignados. Todos escandalizados. ¿Cómo puede ser que en pleno siglo XXI, alguien sea expulsado de un lugar solo por su apariencia física? esa pregunta es la que nos hacemos todos. Pero la respuesta es que lo que pasó con esta mujer es una realidad y sí, ESTO PASA.

El pasado martes, una mujer con síndrome de Down fue expulsada de una charla en un centro comercial porque según uno de los organizadores del evento, dicha persona iba a asustar a la gente. Y esa persona se fue del evento, y con ella, su familia y varias personas que se solidarizaron.

A mí quien me asusta es la sociedad. Me asusta que vivamos en un mundo que no conoce el significado de la palabra empatía, que mira con descaro todo aquello que no se corresponde con lo que ellos tienen establecido como normal. Vivimos en una sociedad en la que la perfección se encuentra en Instagram y no en el patio del colegio donde conviven niños que crecen con mil y una situaciones diversas. Niños que crecen mirando con asco al que es diferente.

Yo solamente tengo el culo gordo. Y me miran. Y me juzgan a cada paso que doy. Me critican por enseñar más de la cuenta porque no es bonito, no es estético. A ver cuándo narices se entera la gente que aquí no estamos para hacer bonito; que aquí estamos para vivir, para compartir, para disfrutar, para reír… no estamos para satisfacer tu deleite visual; que además, probablemente no tenga nada que ver con el mío, todo sea dicho.

Hay días en los que me planteo qué narices estamos haciendo mal. Si cada vez hay más gente como nosotras que lucha por la inclusividad, por abolir los estereotipos, que defiende la diversidad… ¿tan mal lo estamos haciendo? ¿en serio?

Quiero creer que no, que vamos por el buen camino y que algún día, por fin, lo conseguiremos. Y seremos libres de verdad. Y caminaremos sin sentir las miradas de opresión, sin sentir que sobramos de este mundo perfecto que los cánones establecen.

Pepita Mola. Mola todo y más.
Pepita Mola. Mola todo y más.

Y lo quiero creer porque hay gente como tú que me está leyendo, que sabe que a lo que de verdad hay que tener miedo en esta vida es a la ignorancia y al egoísmo, a la falta de empatía y al juicio gratuito.

El caso de esta mujer ya está en manos de la justicia, pero cada 5 minutos se produce una situación muy parecida a esta que no aparece en los medios, que no llega a los tribunales.

Las miradas a día de hoy no pueden ser juzgadas, pero duelen y agreden tanto o más.

Imagen de portada: El Periódico