Suena Luis Brea, La cuenta atrás.

No creo en las casualidades. Creo en la vida a bocajarro, agitada y bien fría, o no. En copa de balón, y compartida.

Me voy de mi ciudad en un mes, con billete de vuelta de nombre Familia y apellido Amigos, y con la maleta llena de ganas. No me voy a la ciudad de mi vida, me voy a tachar cosas de mi lista de sueños. La gente se ríe cuando digo que voy a Granada. Lo que no saben es que podría decir Torralba del Río e irme con las mismas ganas.

Necesitar un cambio en tu vida y trabajar por ello se llama motivación, y si no tengo un tipo barbudo tatuado y con el mar en los ojos me la refanfinfla bastante, me basta la ambición de descubrir que una mujer en busca de aventuras psicoacadémicofísicoeróticogastronómicofestivas se muda, y esa, soy yo. YIHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAALSDKFJALKSJFLKA.

Perdón.

Siempre he querido vivir en un ático con terraza para poder salir en pelotas a saludar a la ciudad sin que nadie me vea. Invitar a mi «nidito de amor» de tropecientas compañeras de piso con un frigo lleno de Steinburg y algún que otro taper de potaje andaluz. Que algún imbécil me llame romántica y tirarle la ropa por la ventana. Desde un noveno.

Cambiar el rumbo de mi estancamiento estudiantil. Tener asignaturas que me motiven a comprar bolis de colores que nunca usaré y saber la programación entera en agosto. Sentirme una friki con devoción, y buscar la química en todo lo que me rodea. No tardar nada en encontrarla y que los de letras se desesperen de mi. Decirles que me gusta escribir y que me llamen loca del coño.

Comer a las 5 de la tarde un plato que llevo cocinando 4 horas, levantarme a las 6 de la mañana a hacer tortitas a este cuerpo serrano, porque la operación bikini sólo pasa en las películas, como los rubios inteligentes.

Alejarme de mi ciudad para echarla de menos. Rodearme de desconocidos que son más conocidos que la gente con la que llevo años topándome. Dejar de ver las mismas caras de fiesta y de pensar en los mismos imbéciles que sé hasta qué día de la semana llevan los gayumbos de cuadros azules.

Amanecer sin saber llegar a mi propia casa, preguntar a los señores que pasean de mañaneo diciéndoles que voy a casa de un familiar que hace años que no veo mientras intento explicarles que lo de mi pintalabios de Joker es porque soy miope.

Escuchar tropecientos ‘iré a visitarte’ y descubrir a quién de verdad importo, que aparecerán cargados de cerveza y de tuper de mis padres (amiguis, decidme que me estáis leyendo. Besis).

Vivir cerca de la playa y de la montaña para tener contenta a mi bipolaridad. Ir a esquiar aunque no me guste, y hacer snorkel como una loca pese a achicharrarme el culo en alguna playa gaditana.

Los ya nos veremos, AMO los ya nos veremos.

La incertidumbre, no saber qué pasará es lo que más nos pone.

Así que queridas tiraos a la piscina, que si está vacía sigue habiendo escaleras,

y subirlas nos pone el culo muy rico.

 Autor:  @mardehappylidad