Yo para estas navidades paso de pedirle regalos ñoños a mi pareja o hacer una lista en Asos de fav. Los Reyes Magos se pueden ir metiendo por el culo su oro, incienso y mirra. Yo para estas navidades me pido confianza, pido ese tipo de confianza que te daba la mano segura de tu madre antes de cruzar la calle. Esa que sentía cuando le pedía a mi padre que me tirara al aire una y otra vez sin miedo a que no me cogiera al vuelo. Quiero sentir y hacer sentir el tipo de confianza que practicábamos en gimnasia cuando teníamos que dejarnos caer de espalda, confiando en que el compañero de turno no se hiciera el gracioso a dispensas de abrirnos el cráneo. Me pido esa confianza que he perdido hacia las personas con el paso de los (d)años.

Y es que a lo largo de nuestra infancia forjamos nuestra personalidad, creamos pilares basados en nuestro entorno más cercano, y la mayoría de veces tenemos la suerte de ser apoyados y motivados para comernos el mundo, joder que yo quería ser trapecista/bióloga/niña Disney hasta los 12 años. Y todo porque nos inculcan la auto confianza, ese algo que nos hace creer ciegamente en uno mismo, la seguridad de saber que si uno se lo propone, todo sale. Lo que no nos cuentan es que la confianza en uno mismo a veces no lo es todo, porque claro que nuestra madre, padre o hermano nos dan la certeza de que estarán ahí incondicionalmente. Sin embargo el mundo tiene otros planes, a partir de nuestras amistades y personas que conformen nuestro circulo más cercano iremos creando los cimientos sobre los que conformaremos la confianza hacia el mundo exterior.

Si tuviera que contar hoy en día a cuantos amig@s he perdido por el camino (y no en la guerra) no me daban las dos manos. Porque joder, como nos acojonan las películas de acción en las que el malo es el amigo de infancia del prota, pero es que nada más lejos de la realidad. Pues imaginaos entonces cuando de lo que va la película es de infidelidades conyugales, de parejas perfectas donde hay amantes aún más perfectas, de hermanos que se enrollan entre ellos o de toda esa puta mierda que tiene de ficción lo mismo que el Diario de Noa de realidad. Acojonarme pues, es POCO.

Entonces, el tiempo y su paso nos hace darnos cuenta de lo jodido que es confiar en alguien. Sobre todo en relaciones de pareja, cada mazazo que nos pegan no hace otra cosa que servirnos como futura excusa para dar por hecho que, si le damos el poder a alguien de dañarnos o curarnos, en algún momento del camino acabará eligiendo la primera. Porque ya nos ha ocurrido, porque nos han contado mil historias y todas terminan igual, puteados. Y es que lo jodido de la confianza es que una vez que la entregas no hay marcha atrás, y tras una relación conflictiva en la que has entregado a alguien tanto es normal sentirte agotado física y mentalmente cuando lo que te llevas es vacío, engaño y dolor.

Es común estar muy afectado emocionalmente tras este tipo de golpes, en los que te planteas tu propia integridad. ¿Realmente no lo vi venir? ¿No pude evitarme este dolor? ¿Tan tont@ soy? Este tipo de uniones en los que nos entregamos a gran escala tienden a disminuir de forma notable nuestro autoestima y a hacernos propensos a la tristeza y depresión cuando acaban, a algunas les puede llegar a a tocar la vena asesina.

Por ello debemos de procesar algo: que una experiencia se haya marcado a fuego en tu cuerpo no quiere decir que esta tenga que volver a repetirse, debemos aprender que como muchos niños cuando algo les asusta en el futuro el mínimo atisbo de volver a pasar por esta situación les hace salir corriendo. Pero a diferencia de ellos nosotros tenemos la capacidad de superarnos, de analizar una circunstancia y todos sus vértices, de esclarecer las similitudes reales de una situación y las que nosotros y nuestra mente se inventa por miedo.

Olvídate de tanto miedo, no te concentres solo en lo negativo y mira estos miedos como una oportunidad de cambiar. Manda a la mierda las culpas y los arrepentimientos, y comienza a ocuparte de ti misma. Recordad cuanto valemos, el ser humano especial que somos y que aquí la mala hierva es la que te ha dejado a ti en estado vegetativo no al contrario.

Porque qué culpa tendré yo del daño que te hayan hecho, o tu de las mentiras que me vendieron y quise creer. Te propongo un trato, si sientes que te superan las malas hierbas de un amor que se pudrió antes de tiempo,  si no puedes cerrar tu herida pienso ayudarte a que florezca. A darle el tiempo y la atención que necesita, a mimar cada parte oscura de ella y traerle luz y agua cada mañana. Pienso estar aquí y quedarme, por todo aquellos que alguna vez se fueron, pienso darte la compañía que te faltaba cuando acompañado estabas en soledad. Pienso dejarte usar mi pecho de almohada y mi costado de diana, y ensancharla para que tires donde tires el dardo, siempre te salga ganador.