Una de las cosas que nos caracterizan desde que tenemos uso de razón es el miedo a la opinión publica. Y con ello me refiero, al que dirán. ¿Es una cuestión innata?… No, yo creo que viene dada por las costumbres sociales. Nuestra madre nos avisa desde pequeñas a no salir a la calle con el pelo «como una loca», a guardar la compostura, a no tatuarnos o hacernos un piercing porque… «¿qué van a pensar de ti?»… Vivimos en la sociedad del que dirán. Y si a eso le sumas, que tienes mas curvas que Despeñaperros, pues apaga y vámonos.

Todo esto viene a cuento de que no hace mucho, viví una de las situaciones que más fuera de juego me ha cogido en la vida.

Pongámonos en situación… una fiesta en casa de tu jefe,(jefazo), para despedir a un compañero. Entre los invitados están tu jefa y amiga, y compañeros varios, algunos de los cuales no te han visto jamás, o en el día a día no notan tu presencia o básicamente no son capaces de reconocerte vestida de fiesta y vestida de trabajo. (Lo que a su vez te hace pensar que puede que parezcas un troll en el curro… pero bueno esa no es la cuestión)

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Pues bien, una que sabe donde tiene su poderío, pues se pone mona y con un escote de los que nos gustan, vistosones vamos, con un vestido super flow y muy para la ocasión. Te sientes segura, guapa, preparada y manteniendo conversaciones interesantes con los asistentes, cuando de repente… aparecen dos compañeros, que sí que has visto pero con los que jamás has mantenido una conversación de más de seis palabras. Te miran de arriba a abajo y piensas….. ya está… estoy haciendo el ridículo.

Paso la noche intentando no recordar la mirada del momento de la entrada cuando de repente, sin saber cómo, me veo dentro de un corrillo donde uno de ellos me pregunta directamente donde trabajo, que no me ha visto jamás…. y yo… que en ese momento confirmo mi apariencia Troll de diario, le contesto… .

Pues cariño, no creo que tengas muchas compañeras con el pelo rosa…-, de repente uno de los dos, para al otro sujeto en seco,  para decirle algo al oído que parece ser gracioso, y se va corriendo no, …. volando! a hablar con mi jefe…. imaginaros mi cara y la de los miembros del corrillo. (Este se perdió el refrán de “Secretitos en reunión es falta de educación”)

En ese momento deseo ser avestruz y salir pitando de allí, pero con mucha elegancia me escurro del corro de la patata, donde yo era la patata, estaba claro. La vergüenza se apodera de mi y me siento un poco apartado para relajarme porque no daba crédito a lo que acababa de pasar… ¡SE HABÍAN VUELTO A REÍR DE MI EN MI PUTA CARA!

No podía estar allí, no era capaz, eso me superaba.

Me acerco a mi jefa/amiga y le digo que me voy, se extraña, no entiende y no sé qué decir. Me lleva a una de las habitaciones para preguntarme que pasó. La veo perpleja, ella estaba con mi jefe cuando el «caballero de los secretitos en reunión» va a hablar con él. Ella estaba presente… .

Cho, no se estaba metiendo contigo… te han estado intentando entrar toda la noche!!!!………..– Mi cara?… un poema.

Que, qué?..

Llevan toda la noche soltando “la del escote de vértigo”, “la de las piernas y el culazo”… Estaban avergonzados porque todo eso se lo habían estado diciendo a nuestro jefazo.

Parece ser que había intentado hacer varios approaches como los aviones y yo había pasado de su cara, y él acababa de descubrir que trabajaba con ellos…. Parece ser que fui tema de conversación, pero no por lo ridícula, lo gorda o lo fea que fuera, sino porque les había molado.

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Mi jefa estaba flipando con mi reacción, no entendía nada, pero en ese momento se dio cuenta, de que estoy tan acostumbrada a sentir la vergüenza de «se ríen de mi por que soy la gorda», que pensar mal es lo primero que hago.

Con esto concluyo, que a pesar de lo seguras, de todo lo que nos queramos… es muy complicado cambiar una conducta al vivir una situación tantas veces. No se nos pasa por la cabeza ser objeto de deseo más que de burla. Este camino para valorarnos es largo, lento y a veces cuando creemos que lo tenemos controlado, aparecen nuestras inseguridades mas profundas.

Tenemos que seguir buscando, necesitamos seguir caminando.

Nazscar