Si has empezado a notar un tufillo a naftalina, igual cariño es que estás metida en un armario. Y los armarios son para la ropa, no para las personas. Una cosa es que una se encuentre dentro de semejante mueble por circunstancias y busque desesperadamente la salida y otra es que alguien le meta ahí y que ni se haya dado cuenta.

Aún no me entero de qué pasa aquí.

Todo esto del armario tiene relación con los secretos y las vergüenzas, y si alguien te quiere almacenar ahí para viajar a tu Narnia particular, yo le regalaría un billete de ida, pero no a Narnia, sino a la mierda.

Para tu viaje a Mordor, capullo.

Si aún no estás segura de si estás en un armario porque nunca habías visto otro por dentro, presta atención a estas señales que te ayudaran a aclararte:

 

1. No soléis quedar en lugares públicos.

2. Y si lo hacéis suele ser lejos de su barrio.

3. Anda apurado por ir a tu casa o a la suya cuando estáis en la calle.

4. Si le das la mano disimuladamente se deshace de ella enseguida.

5. No interactúa contigo en redes sociales (vamos que no te da ni un puto like).

6. Cuando le hablas de tus cosas toda su respuesta es un pobre gesto de cabeza.

7. No se acuerda de cosas importantes para ti, como aquel examen importante o que tu abuela está chunga.

8. Los planes nunca, nunca, nunca implican a sus amigos (y si puede evita a los tuyos).

9. Todavía estás esperando a que acepte la etiqueta de la fotazo que os hicisteis juntos en esa escapada a Portugal.

10. Te has dado cuenta de que nadie sabe que está con alguien (y claro, se excusa con que no le gusta hablar de su vida privada).

 

Si te has encontrado a ti misma diciendo sí a más de uno de estos puntos, probablemente este señor al que dedicas tu muy valioso tiempo se avergüenza de ti (quien sabe por qué, lo más seguro es porque el pobrecito sea idiota) y ha llegado el momento de que le mandes a paseo, de los largos y sin vuelta, y quemes ese armario rancio en el que este fulano te ha metido porque el Arte existe para ser visto y tú, bonita, tú eres Arte.

¡Soy la leche!