Tras más de un año de soltería loca, creí que había llegado el momento de buscar algo serio. Los planes de peli y manta empezaban a antojarse más deliciosos que una noche de fiesta y mi corazón ya estaba listo y curado de la última (y larga) montaña rusa emocional.

Me bajé unas cuantas apps de ligoteo y activé todos los radares. Ya sabéis, esos que se ponen en marcha para ver y ser vista. Dejar la invisibilidad a un lado, ACTUAR.

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Toma moreno.

Procedí entonces a tener algunas de las citas más desastrosas de mi vida. Al principio fallé porque no supe distinguir entre los que solo buscaban sexo y los que realmente aspiraban a conocer gente que mereciera la pena. Una vez aprendí a diferenciar el trigo de la paja, pasé a encontrarme con unos cuantos casos de hombres que desaparecen. Tíos con los que todo parecía marchar bien, o al menos hacia algún lado, y cuya existencia se tragaba la tierra sin avisar. Pasamos luego al que parecía enamoradísimo y volvió con la ex novia, el que estaba a varias y se decantó por una más rubia y delgada y el que le hizo caso a sus amigos cuando estos le dijeron que yo no era lo mejor que podía encontrar.

Unas joyitas, pensaréis. Pues yo no lo sé. Está claro que en algunos casos yo he tenido que ver más bien poco con sus decisiones, pero un desengaño tras otro me han hecho plantearme que quizás yo no estoy tan preparada como pensaba para esto de encontrar ‘algo serio’. Que van a tener razón los que dicen que cuanto más lo buscas más difícil es que llegue, y sobre todo, que muchas veces creemos que queremos una pareja cuando en realidad lo que estamos buscando es que alguien rellene ese hueco que solos somos incapaces de completar. Que quizás no es tiempo de buscar a mi viejito de Up, sino de encontrarme a mi misma después de la locura.

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Po’ va a ser que no estoy prepará…

¡Vaya error de principiante! Buscar a alguien que te llame guapa porque tú últimamente no eres capaz de decírtelo. Encontrar una pareja que alivie esa sensación de rabia al no conseguir los objetivos que te propones, que sea la tirita a la herida que no ha llegado a curar del todo.

No, no estoy preparada para tener algo serio. Lo estaré cuando consiga poner en orden mis pensamientos y lleve a cabo mis metas personales. Cuando me convierta yo solita en la mejor versión de mi misma y recupere la ilusión en mi rutina sin que eso implique citas para aumentar la adrenalina semanal.

Mientras tanto cuelgo las bragas y me uno a la huelga iniciada por mi querida Mariella con un único objetivo: centrarme en mi misma y aprender a disfrutar del proceso.

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