Como una mierda. Así te sientes después de una infidelidad. De repente, esa idea de tener una vida estable, una persona que te quiere a tu lado, todo eso, todo… se va a la mierda.

giphy

Porque llega un día en que para él solo existen otras cosas, otros vicios, el teléfono. Porque dejas de estar ahí. Empiezas a ser parte de la casa, esa casa que te atrapa y te aprisiona. ¿Y qué puedes hacer? Nada. Te quedas ahí, esperando a que cambie, a que deje a esa persona, a que vuelva a ti, a que todo sea como antes…

Ay pequeña… no es así. ¡CLARO QUE PUEDES HACER! No te digas eso a ti misma, no seas tu peor enemiga, y menos ahora. Ahora es cuando tienes que sacar todas esas fuerzas de flaqueza, rebuscar en lo más hondo y ver todo aquello grande que tienes (que es mucho, hazme caso).

Empieza por lo más simple: todos los días recuérdate lo importante que eres, lo valiosa, grande, luchadora, valiente, todos los obstáculos que has tenido que superar para llegar al día de hoy, todas esas metas que has podido ir logrando con o sin ayuda. Mira a tu alrededor y observa todo lo que tienes, tus cosas, TUYAS, tus miedos, TUYOS, tu cuerpo, TUYO.

Piensa que tú eres la que has llegado hasta ahí y que solo tú puedes seguir avanzando. Y tú eres tu mejor amiga, tu musa, tu amante… así que toma las riendas, coge fuerzas, respira hondo y poco a poco empieza a desterrar de tu vida a esa persona que no te merece.

¿Qué duele? Claro. ¿Qué jode? Más aún. Pero la vida es un transcurso, un camino, y en éste debemos estar acompañados de vallas, de soportes que nos ayuden a caminar, a avanzar, no de muros que nos frenen, que nos retengan o nos aprisionen.

Así que no lo demores más, respira y busca esas vallas que guíen tus pasos. Pero recuerda, tú eres la valla más grande del camino, la que dirige y la que hará todo posible.

IRENE RP.