¿Hasta dónde tenemos que aguantar? ¿En qué punto nos damos cuenta de que somos su última opción? ¿Cuándo narices nos tenemos que plantar y decir: basta, se acabó?

Tengo la sensación de que no aprendemos. De que cada vez que cumplimos años restamos uno en nuestra inteligencia emocional.

Te avisan, te dicen que pases de él, que no te conviene, que solo te quiere para follar, que nunca está ahí, que solo aparece cuando le interesa, que solo te da problemas… pero tú sigues.

Sigues porque sientes que cuando estás con él el mundo se para. Sigues porque es mágico lo que sucede cuando él te mira, cuando te toca, cuando está dentro de ti. Y quieres estirar el tiempo, que ese momento que él ha decidido concederte no acabe nunca. Pero acaba; o quizá nunca existió porque nunca fue tan de verdad como tú lo sentías. Porque sus miradas eran el fruto de un calénton de sábado.

Photo by Henri Pham on Unsplash
Photo by Henri Pham on Unsplash

Buscarás excusas, buscarás detalles, buscarás signos de atención y los encontrarás porque no estás loca. Pero esos detalles solo te harán daño y a cada día que pasa eres más consciente de ello pero no puedes parar. Nunca me ha prometido nada, no tiene que darme explicaciones, no somos nada…

¿Cómo se para esta bola que no deja de crecer? ¿Cómo se deja de sentir? ¿Cómo se apaga la humanidad? Puedes decidir follarte a otros, buscar miradas en ojos vacíos, abrazos en personas equivocadas y siempre lo encontrarás a él. Te toparás de frente con su recuerdo un miércoles a medio día, un sábado escuchando su canción, un domingo de lluvia y manta.

Entonces, ¿estamos destinados a sufrir por los amores que no son correspondidos? ¿no nos queda otra opción que resignarnos?

Quiero creer que no, que todo pasa y que los domingos volverá a salir el sol. Que aunque cueste hacerme a la idea, esa persona no forma parte de mi vida ni lo formará, que la gente no cambia ni se enamora de un día para otro. Que no hay milagros ni cuentos con final feliz; que tienes que seguir tu vida, con la cabeza alta y aprendiendo del error. Pero joder, cómo cuesta.

La clave está en no conformarnos con las migajas que nos dan. Busquemos nuestro pan entero, que las mujeres fuertes no somos de quedarnos con hambre.

Imagen de portada: Photo by Abdi Lopez on Unsplash