Antes de nada, hermosuras, advertiros a todxs aquellos que hayáis clickado en este sugerente post, que no voy a descubriros nada que no sepáis. No he reinventado el kamasutra ni vengo a traeros novedosísimas tecnicas de placer, para eso ya está nuestra querida Señorita Blume.

Ah muy bien, pensaréis, ¿entonces para que lo escribes?

Dejadme que os ponga en contexto, leñe, que sois muy ansias. Sentaos y escuchad.

A. era una risueña y hormonada adolescente, vergonzosa con los chicos pero deseosa de aventuras pasionales y de experiencias que la hicieran sentirse «mayor».

A. no tuvo una educación sexual-emocional más allá de aquellas insípidas charlas de instituto en las que nos mostraban posters a color con dibujos del aparato reproductor y nos decían que los compañeros no debían avergonzarse si les sobrevenía una erección en pleno desempeño de un problema de mates en la pizarra, que era normal (sí, me habría encantado ver la «normalidad» con la que habrían reaccionado las monjas de mi colegio si tal erección llega a producirse). En resumen, que no tenía ni puta idea y además releía emocionada los nefastos consejos de la Super Pop (o de la Bravo, aún más turbia) creyendo que estaba aprendiendo algo. Horror.

mala idea

La pobre e inexperta A. desarrolló en su mente que el sexo era básicamente estar desnuda en una cama con un tío (no tenía mucha idea de cómo llegar a ese punto con cierta dignidad) y, aquí viene el meollo de este artículo, A. CREYÓ DURANTE MUCHOS AÑOS QUE SEXO ERA IGUAL A METESACA, QUE SIN METESACA NO HABÍA SEXO Y, OJO CUIDAO, QUE DICHO «SEXO» ACABABA CUANDO EL TÍO SE CORRÍA. Y SI ÉL TÍO NO SE CORRÍA, OH, DIOSESOLÍMPICOS, VAYA FRACASO DE SEXO.

¿Se puede estar más equivocada? NO, NO, NO. Pero no me culpéis a mi, tened piedad. Y, sí, podéis reíros, os dejo. La cuestión es que si sumas poca seguridad en una misma, parejas sexuales no idóneas y muchas dudas, obtienes un batiburrillo muy poco saludable y gozoso, una putamierda arcaica  vaya. Por suerte, hace ya tiempo que descarté la casposa y machista concepción de penetración =sexo=tío eyacula. Y aquí estoy, prosiguiendo en el camino de conocerme a mi misma y descubriendo que sí, que hay cosas que me ponen más que el metesaca, y que como mujer (u hombre) te recomiendo que tú mismo te plantees. Porque los placeres que el cuerpo y la mente nos regala son mucho más amplios que aquellos que se rescinden al mencionado dentrofuera de una churra en una vagina.

Y estás deseando leerlos, viciosillx ;)

1. Los olores.

Sí nenas, en eso soy muy primaria. Un hombre cuyo olor me atraiga tiene unos +10000 puntos a su favor, y solo con percibir su aroma en una habitación puedo ya ponerme más burra que Platero. Ni os quiero contar si además lo que huelo es su piel desnuda cerca de mí …especialmente en las zonas más erógenas. Ah, pícara pituitaria. Cómo avivas nuestro deseo. Somos animales, babies. Las hormonas deciden mucho por nosotras.

2. La sonrisa-mirada.

Esto puede sonar a topicazo cursi, pero un tío que sepa mirar COMO SE TIENE QUE MIRAR puede hacerme sentir tan excitada como si me hubiera quitado la ropa, o incluso más. ¿Qué me decís de esos momentos en los que, en plena faena, tu pareja de cama te lanza una de esas miradas de «no puedes ponerme más cachondo» o » te comía hasta con bragas»? Uuuufff… deliciosa comunicación no verbal (L).

3. Be Drácula, my friend.

Lo de que en la vagina hay un punto G yo no os lo discuto, pero de verdad que a mi me tocas/besas/muerdes/soplas/lames el cuello…y me has hecho tuya. No sé si tengo tantas terminaciones nerviosas en ninguna otra parte de mi cuello, pero puedo estar completamente ajena al asunto y que al recibir un mordisco en dicha parte…. se me dispare la libido a 200000 km/h. Vampiros, venid a miiii!!!!!

4. Que no me entere yo que ese culito…

Es curioso, una parte de nuestro cuerpo que en muchos casos nos hace sentir inseguras  y que sin embargo, cuando está en el ajo, ansía recibir contacto, refrote, algún azote…y unos buenos empujones. ¡Unámonos, defensoras del «a cuatro patas»! Y a menear ese culo, baby. ¡¡Está deseoso de recibir caña!!

5. Los besos con dientes.

Que sí, que enredar la lengua durante horas con la de tu partenaire es guay, pero la naturaleza es sabia cuando nos regaló los dientes para algo más que para masticar mamut asado. Unos mordisquitos de esos que no hacen daño pero…casi, dibujar un camino a lo largo de tu cuerpo y… mucho antes de llegar a las zonas tradicionalmente consideradas «erógenas» ya estás más caliente que la Thermomix preparando un cocido. Así sí. Cómeme toda.

6. El forcejeoqueesdementira y lo sabes.

¿Nada de obligar a nadie a nada que no quiera, eh?

Me refiero como bien podréis suponer al jugueteo típico de «Ayyy, quiiita, que no quieeeero» (léase esto con voz que finge ser seria y huele a km que es de cachonda perdía)  mientras mojas las bragas/calzoncillos sin ningún tipo de control,  combinando dicho fingimiento con el «forcejeo» de tu oponente para acabar ambos refrotandoos como conejos.

Reconozco que soy de hacerme de rogar, y en cualquier caso, ¿no es este juego una maravillosa forma de fingir que aguantas el calentón máximo mientras el otro/la otra se convierten en empotradores sin compasión? Aaaay, me encanta. Juegos, juegos everywhere.  Y los juegos me llevan al siguiente punto.

7. Lo tuyo es puro teatro.

Este punto conlleva cierto riesgo, ya que si no es el rollo que más te va puedes acabar con una enorme sensación de ridículo y con un disfraz de médico que ya no puedes devolver porque el chino de la tienda de abajo ya te advirtió que no se admitían cambios.

Sin embargo, si sabes que tú y tu pareja puede disfrutarlo, es tan sexy lanzarse a ello.. Soltar la imaginación y presentarte ante tu amante metida en la historieta que quieras (profes, médicos, guardas forestales….será por temas pa elegir) supone un juego muy excitante donde, cuanto más se alarga la ficción y más os metéis en el papel, más disfrutas. Sensacional.

ross rachel

8. Tócame, tócame mucho.

No nos engañemos, es mucho más probable alcanzar el orgasmo con una buena masturbación que con una penetración. E incluso sin tener porqué llegar a correrte, el disfrute es inmensísimo.  Así que hace ya mucho que descubrí que que  me metan mano a base de bien (no confundir con el modo «excavadora en busca de oro» , pordios) es una experiencia tremendamente erógena y placentera. Y si además dicha acción sucede es en algún sitio donde no sea «adecuado» llevar a cabo estas prácticas, mucho mejor. La vena teenager sigue allí en muchos aspectos babies..

9. Y solo con oírte…

Varios de mis centenares de amantes (FANTASMADA MODO ON) aseguran que mis gemidos son irresistiblemente excitantes. A mi misma no me pongo, lamentablemente. Pero, esté haciendo lo que esté haciendo para provocarlo, disfruto sobre manera oyendo gemir a mi pareja. Y si se le escapa alguna guarrada o «amenaza» de lo que está por venir…mucho mejor. Somos cinco sentidos queridos, no lo olvidéis. Estimularlos todos solo hace que aumentar el placer.

10. Por los pelos.

¿Lo de que soy muy primaria lo he mencionado ya, verdad? Si amigos, mi cerebro reptiliano hace aparición cuando me encuentro en plena faena, y me resulta muy estimulante que me cojan del pelo y me agarren de él (evitando provocar calvicies indeseadas, gracias) así como que me lo revuelvan y me lo friccionen con fuerza. Mmmm rico.

(Sobra decir que los pelos post-encuentro dejan a la altura del betún al cardado de la Duquesa de Alba pero ……..nena, si viniste a no despeinarte haberte quedado en casa).

11. Casi, casi. 

Muchas veces, por la escasez de tiempo, las ganas que se nos comen o por querer ir «al grano» (craso error, desde cuando «el grano» es el metesaca??!)  nos lanzamos a la penetración sin haber saludado. Y eso es de muy mala educación, queridos. Juguetear con los genitales acercándose a la penetración…pero sin llegar a ella, es terriblemente gustoso y alarga aun más el momento de placer e intimidad. Hazme/hazle sufrir un poco….es taaaan rico….

12. Hay que follarse a las mentes.

Después de tanto calenturientismo y va la tipa esta y se pone trascendental, pensaréis.

Pero no, cojo robada la mítiquisima frase de Martin Hache para hacer referencia más bien a lo que podemos hacer sin salir de nuestra cabeza. Imaginarte con lujo de detalles un encuentro pasional, ya sea con o sin penetración propiamente dicha, con un sujeto de tu interés, puede resultarte enormemente sugerente y llevarte (incluso sin tocarte!) al clímax físico. ¿No me crees? Pruébalo y calla. ¿Pero con detalles, eh? Saca tu vena de director de cine. Y disfruta. Disfruta mucho.

13. Sólo para gourmetes.

Si alguna vez te has planteado que el número 13 pueda dar mala suerte…se te van a ir muy pronto los miedos.

En el último puesto (y no por ello menos importante) llega esta delicia solo apta para los paladares más selectos.  Hay un utilísimo órgano llamado lengua capaz de llegar a los más recónditos lugares, de estimular hasta la locura tus centros del placer y de hacerte pasar una deliciosa experiencia con un plato del que querrás repetir.

¿En serio necesita explicación?

Entonces calla. Y come.