Dicen que el sexo relaja, destensa los músculos y mejora la salud mental, pero qué pasa cuando nuestra mente está en guerra y, en consecuencia, nuestra libido prácticamente desaparece.

Son muchas las situaciones que pueden afectar a tu apetito sexual, pero todas ellas tienen algo en común: no son culpa tuya. No te sientas mal por no tener ganas de sexo, y mucho menos te fuerces a hacer algo que no te apetece solo por complacer a otra persona. Seguramente pensarás “yo quiero a mi pareja” o “a mí me pone esa persona”, pero a veces nuestra libido va por libre. Aunque la vida sexual puede ser una parte importante de las relaciones, cada persona y cada pareja son un mundo, así que no te compares con otros. Además, es normal pasar por rachas en las que nuestras ganas fluctúan. Lo importante es saber identificar el motivo y centrarnos en mejorar nuestro bienestar mental más allá del sexual, ya que una cosa llevará a la otra.

El estrés

El estrés es un estado de tensión física y emocional que proviene de cualquier situación o pensamiento que nos hace sentir frustrados, nerviosos o furiosos. El problema es que hay varias reacciones psicológicas y físicas que lo acompañan, como la irritabilidad, pensamientos negativos, problemas de memoria y de concentración, tensión muscular, apatía, cansancio, disfunción eréctil, anorgasmia, etc.

Evidentemente, cuando uno está cabreado, apático, cansado y tenso, lo último en lo que piensa es en el sexo.

La salud mental

Cuando nuestra salud mental se tambalea, la libido lo nota. No hace falta tener un trastorno mental para que esto ocurra, ya que situaciones esporádicas de ansiedad o de tristeza pueden dar pie a problemas sexuales. Evidentemente, cuando se trata de un trastorno, las limitaciones sexuales suelen ser más graves.

Por otro lado, los psicofármacos que se utilizan para tratar trastornos como los del estado de ánimo o de ansiedad, pueden provocar efectos secundarios tales como disfunción eréctil, anorgasmia, disminución del apetito sexual, etc. Si esto te sucede, deja la vergüenza a un lado y háblalo con tu psiquiatra para que reajuste la dosis o cambie de medicamento si es necesario.

Problemas de pareja

Cuando una pareja discute, es normal que quede una sensación de tensión y malestar en el cuerpo. Al fin y al cabo, es otra forma de estrés, sumada al distanciamiento emocional que surge del conflicto.

Muchas veces creemos que el sexo soluciona los problemas, pero no es más que un parche. A largo plazo, lo único que mejorará vuestra vida sexual es encontrar la raíz del problema y ponerle solución, ya que de lo contrario surgirán más discusiones.

Otras veces es la propia falta de sexo la que causa los conflictos. Analizad el motivo de esa disminución del apetito sexual. Puede ser estrés laboral, problemas familiares, falta de autoestima, etc.

Falta de sueño

Resulta que eso de “estoy cansado y me duele la cabeza” no es un cliché. A veces acumulamos tanta sobrecarga durante el día que al llegar a casa lo único que apetece es tumbarnos en el sofá y ver Netflix. Tu mente y tus partes nobles necesitan 8 horas de sueño para rendir como es debido.

Ser padres

No es que mate el deseo sexual, pero sí que quita tiempo e intimidad. Cuando tienes un bebé, la falta de sueño juega un papel fundamental en el apetito sexual, ya que ponerse a dar el peño a las 5 de la mañana agota a cualquiera. A medida que el peque crece también lo hacen sus inquietudes, y a los papis y mamis les toca pringar compaginando su trabajo y su tiempo libre con la crianza.

La autoestima

Para echar un buen polvo hace falta estar relajados, y si durante el sexo estás pensando constantemente que lo estás haciendo mal o que se está fijando en tus “defectos” (más bien lo que tú crees que son defectos), es imposible que disfrutes. Se un poco egoísta y dedícate a disfrutar tú, en conocer lo que te gusta e ir a por ello, y el placer vendrá solo.

¿Y a ti qué es lo que te impide disfrutar del sexo?

Si tu salud mental está en riesgo y necesitas ayuda, ponte en contacto con un profesional.

@ManriMandarina