Chica conoce a chico. Conexión mutua. Miradas furtivas, sonrisas y nos agregamos a Facebook. Todo parece ideal. Te dice que todo fluye, que todo parece ir por un camino natural contigo. Os folláis como nunca, la madre naturaleza por fin te ha puesto por delante un maromo a tu altura.

Hasta cualquier minucia. Llamemos minucia a la conversación de la exclusividad, la de contárselo a los amigos, la de ir dados de la mano por la calle…


Sí, chicas, la peli de Disney ha durado poco. A lo mejor un par de semanas, a lo mejor dos o tres polvos, a lo mejor un «te quiero». Cada cuento con su bara de medir.


Y entonces decides que esa minucia tienes que exteriorizarla, porque qué coño, eres adulta y los adultos se comunican.

Genial, hora de poner en práctica la sabiduría acumulada después de años de nolevoyadecirloquesientoaversilovoyaasustar. Pero… TACHÁN, SE ASUSTÓ. Es más, decir que se ha asustado es infravalorar la situación: lo has cagado de miedo, parece que acaba de ver a Satanás lanzándole una zapatilla de andar por casa.


Porque sí, detrás de ese «contigo todo fluye natural» había un «ante cualquier atisbo de formalizar en el más mínimo grado la relación etérea que tenemos, voy a correr como si no hubiera un mañana». Y tú sin enterarte, guapa. Claro, eso pasa por no leer los contratos, que vas tú muy digna con el calentón amoroso y luego pasa lo que pasa. EYEROLL DE MANUAL.

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Resulta pues que la naturalidad para él reside en no tener que hablar nada y ya surgirá lo que tenga que surgir. Aplausos. En su cerda cara, por favor.


Y yo hoy he venido a deciros que no, chicas. Que mantener una relación con alguien que piensa que la naturalidad está reñida con la comunicación «porque el amor verdadero se entiende con una simple mirada» y derivados no es ni medio aceptable. Yo he venido aquí a deciros que os merecéis que se quede maravillado con vuestra carita divina y que os coma el coño fuerte, que vuestra necesidad de comunicaros no puede, bajo ningún concepto, suponer un golpe para él, y que el mundo no se acaba en que el pobre ameba no sepa procesar vuestras posibles palabritas.


Tú en este punto has barajado varias opciones: «mira que este no me habla más en su vida», o «tía, igual mañana ya está olvidado y todo como siempre», o tal vez «fíjate que yo creo que lo encaja y me acaba dando hasta la razón».
Pues fíjate tú que no os voy a dejar así, y ahí va lo último que os tengo que decir:


Da igual. A ti te gusta, a lo mejor muchísimo, hasta podías pensar que ibais a llegar lejos. Y puede que eso pase o no, pero de verdad te lo digo, chica: da lo mismo. Disfruta del momento y de los polvos venideros si es lo que quieres, pero ten muy presente que da lo puto mismo. Él estará genial, pero tú más.


Porque aquí la importante eres tú y to tu coño. Y tú, y tú, y tú, y solamente tú. Y él es un complemento más o menos maravilloso, pero un complemento a tu lado.

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Piensa en ti, en si te merece la pena y, sobre todo en tu ser precioso e individual. Qué coño, tía, ¿tú te has visto? Yo te comía entera. Y si él no te quiere comer entera porque se siente atacado en su etereidad, a tomar por culo ya.
Mírate, valórate y quiérete tanto como para ser la heroína del cuento.
Que nada más que te falta la capa.

 

Nebesnow