Que me dicen que hoy es el día para demostrarte cuánto te quiero. Para decirte mil veces que no sé vivir sin ti y para prometerte que te bajaré la luna, si me la pides.

Pero mira, que digo yo que gilipollas no eres, y que ya te imaginarás que, después de tanto tiempo e hijos varios, si -todavía- estoy aquí es porque te quiero.

Que la luna será muy bonita, pero es muy poco práctica, porque ni pa’ alumbrar sirve si no le está pegando el sol. Y ya me dirás tú pa’ qué queremos una roca de chopomil toneladas en el salón, si estamos que nos tiramos de los pelos porque no nos cabe ni otro trenecito de juguete.

Y que, vamos, desde luego que sé vivir sin ti (ni que fuera yo una inútil). Quizás hasta mejor que contigo. Pero mira, que no me da la gana. Que a final de año hago cuentas y me sales a compensar.

Que estoy pensando que en lugar de chorradas, y mayormente porque soy pobre, casi mejor que te hago la declaración que sé que quieres oír…

Prometo no volver a quitarte Vikingos para poner MasterChef o similares. Aprovecharé para acurrucarme contigo en el sofá y disfrutar de tu compañía viendo a Ragnar. No puedo prometer no quitarte Vikingos para poner mi próxima pifia en Netflix. Es lo que hay. Lo siento, cariño: te vas a ver a los nórdicos a la tele de la habitación.

No intentaré hacerte sentir culpable cuando no te apetezca salir de la cueva. No hace falta que cada PUTO día sea mágico e inolvidable. Podemos rempantingarnos en el sofá a contar juntos las caquitas de mosca de la lámpara. No pasa nada.

Seguiré renunciando a poner coliflor o repollo para comer -a pesar de que ME ENCANTAN-, con el fin de que comamos todos. ¿Me has oído bien? ME-EN-CAN-TAN.

NO -escúchame, que esto es importante…- NO SIEMPRE FINGIRÉ estar dormida cuando los niños se despierten un sábado las 7 de la mañana para que te levantes tú a hacerles el colacao (sobre todo ahora que ya se las apañan ellos solos). Pero vamos, que si quieres hacerlo tampoco voy a oponer resistencia.

Prometo mantener estas promesas hasta, por lo menos, el próximo mes de febrero.

Y, como soy generosa, no necesito que me regales flores (que me dan penica), ni joyas (que no uso), ni bombones (que te los comes tú), ni ná. Mejor esto:

Quiero Necesito que NO USES insecticida. No soporto cómo huele. Hace que me duela la cabeza. Además, sí, lo reconozco: me dan pena los bichinos. ¿Qué te molestan? ¡Si viven dos días!

Sigue preparando tú el café, que te sale más rico que a mí. No te flipes: tampoco MUCHO mejor.

Tus granos me pertenecen.

ADORO que me des calorcito en invierno. Pareces una estufita amorosa. En verano haz lo que quieras, ¡pero mantente a distancia, joder, que pareces una estufa!

Apunta esto que es serio:

¿No dices que no te gusta el queso? ¡Pues cómete tu pizza desquesada, engendro del infierno, y deja la mía en paz!

Y… Creo que eso es todo por ahora.

Ya está, amor mío. Hasta aquí mi carta de San Valentín =)

Corazones y besitos.

Firmado: tu cari.

Pd: Retiro lo de la coliflor.