Hace casi dos meses me mudé a la ciudad de amor y de la luz (conste que nunca he sido muy fan de París, demasiado empalague para mí persona) ¡pero oye! Como buena aventurera me lancé a explorar la ciudad, ¡yo solita!

Y en qué momento queridas… ¿sabéis cómo se siente un percebe en una lonja de pescado? Pues así me sentí yo, más cotizada que un caviar aliñado con oro (si, estas comidas tan cool que se llevan ahora, que si molas tienes que comerte media joyería para luego despedirla por el retrete). Bien… En una sola tarde se me acercaron más de 10 hombres a ligar conmigo.
giphy (4)
Sus tácticas de cortejo son ante todo insistentes (a martillo puro). Vas paseando felizmente por la calle y se te acerca un tío del que no quieres saber absolutamente nada porque… ¡estás descubriendo París! Te aborda más descaradamente que un pirata puesto de ron hasta las trancas: «Hola preciosa, ¿que haces por aquí?» Y tú piensas: «Nada, me he venido a buscar gamusinos, que en España no los he visto». Ante una respuesta tal como: «Lo siento, voy con prisa» se te pegan como la varicela a los 3 años ¡yupi! ¡Habemus almorrana!.
Después del primer intento viene el segundo, «¿quieres quedarte a hablar conmigo?» Piensas: «Pero… ¿tú eres tonto alma de Dios? ¡Que voy con prisa y he acelerado el paso cuál velociraptor! «No tengo tiempo, voy con prisa, muchas gracias» y dices «Ya está, creo que he sido lo suficientemente cortante para que me deje», ¡pero no! «¿Y a tomar algo?». Por favor ¿un bazooka para quitarme este grano del culo?, «No, tengo prisa, adiós». Y la respuesta es: «¡Pues te acompaño!» A lo que respondes «no, quiero ir sola», y ahí te están persiguiéndote media hora, hasta que te cabreas y les dices «Mira, no me sigas más que quiero ir sola porque he quedado con mi novio» (la vieja confiable) «No soy celoso» (¡¿Pero te quieres ir a la mierda?!).
Resumiendo, ya puedes ser monja de clausura que te van a perseguir hasta que les des esquinazo, todo seguido de una serie de «piropos a la obrera» de por medio e intentos de poner sus tentáculos de pulpo en cualquier parte de tu anatomía. Acoso en toda regla.
He bajado más de 10 veces a París y os puedo jurar que siempre es la misma historia. Parece que no hay manera de que las mujeres podamos pasear libremente por cualquier parte del mundo sin tener que pasar un mal trago con algún babosete. O eso… ¡o me he convertido en un icono sexual sin darme cuenta!
Eso sí, he de destacar una buena experiencia de un chico muy majo que simplemente me paró y me dijo: «perdóname, pero solo quería decirte que me pareces preciosa, no te molesto más» ¡Y no lo hizo, hurra! Parece que quedan pequeñas dosis de caballerismo en el mundo.
¿Qué opináis al respecto?, ¿habéis paseado solas por París y os ha pasado algo parecido?
¡Quiero conocer vuestras experiencias!

Cristina Pascual