La primera vez que lo oyes lo sientes como un disparo. La palabra caliente te penetra el pecho y te atraviesa entera, un frío helado te invade el cuerpo y tú, hundida, te precipitas hacia el suelo volviéndote pesados y viejos pedazos de ti.

EH SEÑORA, QUE SE HA DEJADO LAS VUELTAS OIGA (Gentil auspicio de El Cajero Del Carrefour, tan majo siempre)

PERDONA. Señora quién, ¿SEÑORA YO?

Así se quedó esta señora Ellaria Sand cuando la llamaron «señora»

Amiga, es hora de enfrentar este momento. Te han llamado señora, y esto no es un simulacro. «Señora» Y ENCIMA, de Usted. La reacción inmediata es mirarse de los pies a la cabeza. Miras tu mano desprovista de alianza. Analizas en la cámara frontal del móvil tu cara en búsqueda de líneas de expresión, ojeras, canas. Examinas todas tus esquinas y recovecos sólo para seguir sin entenderlo: ¡pero si estás hecha una chavala! Ahí en el reflejo estás tú con el último grito de la moda en zapatillas, el último grito de la moda en camisas, el último grito de la moda en mechas pero la única que parece estar gritando de verdad eres tú, porque te sientes como un dinosaurio.

SEÑORA. Hijo de mil frutas, de verdad. 

¿Estás acabada, acaso? ¿ES EL FIN? Te preguntas. ¿Será por tu compra adulta? ¿Los yogures para el colesterol, el antiarrugas, los filetitos de atún para sashimi?  Te preguntarás muy seriamente: ¿Qué te diferencia de toda esa humanidad a la que la gente llama «chica», eh, eh, eh? Te encuentras a un par de chavalas afuera del supermercado, espléndidas, jovensísimas, con el eyeliner corrido y el jersey oversize que si tú llevaras parecerías yonki pero noooo, ellas van divinas de la muerte, desgraciadas. Y las observas. Y las odias. Y las sigues observando. Te ves mayores que ellas, es verdad. Si sumas sus edades probablemente no lleguen a la tuya, verdad también. Pero hoy por hoy sientes que tienes la mejor energía de toda tu vida: ¿por qué si te sientes joven, te traumatiza tanto que te encasillen en un grupo de gente mayor? 

Tú cuando hablas de tu novio del insti

Hasta que te das cuenta. Las chavalas compungidas. Las chavalas más tristes que Adele en un día de lluvia.

Tía, que no me llama, tía, qué hago, tía, me ha bloqueado del whatsapp tía, Las oyes farfullar. Joder, piensas. Chiquilladas.

Y piensas en todo eso que dejaste atrás. El comerte la cabeza eternamente. El no tener claro quién eres, ni qué quieres, ni hacia dónde quieres ir. Amiga: si ser señora es esto, no dejar que las mierdas te atraviesen sino, más bien, atravesar la vida como una puta diosa y, sobre todo, aparentarlo, bienvenida sea la señoritud. OIGA MUNDO, QUE SOY UNA SEÑORA. 

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