Mi chocho es estupendo. Es el sueño de cuaquier hombre: suave, mullidito, rosadito, cerradito y prieto que da gusto verlo. Pero, lejos de lo que se pueda imaginar, el envoltorio de tal maravilla no es una delicada señorita de talla 36, sino una señora MUJERONA de grandes y voluptuosas redondeces.
 Y es por eso, porque soy gorda y grande, que mi más reciente amante me dijo que de la última chica que pensaba que se quejaría del tamaño de su polla, era de mí. Porque claro, el chico se creía que como soy enorme también tengo el coño como la boca del metro, Y NO.
 Pero es que aquello no era una polla común: aquello era EL GODZILLA DE LAS POLLAS. Un miembro de dimensiones tan descomunales que casi lloro al verlo, pero de miedo. Gorda, gordísima, enorme, dura como una piedra. Me sentí virgen de nuevo cuando ese hombre fue a meterla en mi delicada flor. Y claro, más le gustaba eso al jodido, que lo tuviese tan cerrado.
En su favor he de decir que se esforzó muchísimo por hacerme disfrutar y lo logró, pero era incapaz de soportar sus embestidas más de dos minutos seguidos, y así lo demostró mi incapacidad de sentarme correctamente durante los siguientes dos días.
Total, que fue demasiado sufrimiento, y no sé si la parte placentera de todo aquello lo compensa como para repetir. Dicen que una se acaba acostumbrando y se adapta, pero que no, que mi chocho es estupendo, y que sea tan apretadito es parte de mi encanto sexual, así que lo siento, pero creo que paso de perder esa virtud y que ese hombre me deje desbaratadita.
¿Vosotras qué preferís?
Autor: Mrs Dorcell