Hace algún tiempo se hizo público mi gusto personal por los hombres maduros, declaración que provocó desde aceptación y «jo, tía, ¡a mí también me molan!» hasta desprecio absoluto y «jo, tía, ¡estás chalá!» Un tiempo después también hice público mi gusto personal por los hombres gordos, de lo cual también surgió un debate bastante interesante y el llegar a descubrir que son más de las que pensamos las personas que comparten mi gusto. Y hoy, para completar el combo breaker, amigos míos: me gustan los hombres peludos.

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Que sí, que sí: lo que leen. Pero ojo, que no digo que me gusten los hombres barbudos y ya está, que es lo que muchos entienden por peludo. No. Eso es quedarse corta y ya es demasiado mainstream. A mí me gustan los hombres que tengan barba, pelo en pecho, brazos bien mulliditos y, por qué no, hasta los criticadísimos pelos de espalda me parecen bien. ¿Estaré loca? No, ¿por?.

Para ponerles un ejemplo visual bien claro, mi prototipo de hombre ideal es el “hombre-oso”, los conocidos como «bears” y sí, la mayoría son gays.

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(Eso sí, cuando me da por salir por bares de ambiente me pongo las botas).

«Pero cacho loca, ¿a ti no te da vergüenza ir diciendo esas cosas por ahí en público?» – Mi madre

(¡Hola mamá!)

Pues no, la verdad es que no. Soy una mujer joven, heterosexual y del siglo XXI así que, ¿por qué me iba a dar vergüenza admitir que me gusta un tipo concreto de hombre? Mi amiga Menganita siempre dice abiertamente que le gustan rubios y de ojos azules, y Fulanita dice que le gustan muy altos, y nunca hay problema. Sin embargo, cuando yo digo que me gustan maduritos, bien de grandes y peludos, el mundo entra en un estado apocalíptico y de pánico absolutos.

Ojos abiertos como platos, miradas que juzgan, críticas por lo bajini y no tan por lo bajini… “Pero qué asco”, “Eres una rarita”, “AY NO” Ay no, ¿qué? ¿QUÉ? ¿Qué pasa, que nadie critica a Fulanita porque le gusten muy altos y yo, sin embargo, soy un monstruo por decir que me gustan peludos además de gordos? ¿Qué tienen de malo?

Y por supuesto, cabe mencionar que peludos mazados es bien pero peludos gordos no son tan bien, ¿a que sí?

 

Y ojo, que no tengo nada en contra de nuestro querido Quim, por supuestísimo (Perra, no te enfades).

Al final, es todo una cuestión de gustos, y ya saben lo que dicen: para gustos, colores y para los jardines (o culos), las flores. Y con respecto a los gustos tendemos a pensar que todos compartimos un gusto similar, que a todos nos gustan las mismas cosas y no, lo cierto es que no: los gustos son tantos y tan variados como personas existen en el mundo. 

Así que sí, todo este rollo que les estoy contando no es solo cuestión de mostrar mis gustos, sino que también es un llamamiento a todas esas personas que no se atreven a decir que les pone esta o aquella cosa para que cambien el chip y empiecen a decirlo en voz alta, sin vergüenza alguna, porque nadie debe  definir nuestros gustos.

 

Y si como producto patrio te gusta más El Sevilla que Quim Gutiérrez, ¡dilo bien alto y sin vergüenza alguna!