Hola, queridas amigas.
Hoy vengo a hablaros de un fenómeno que sucede muy a menudo pero sigue siendo un poco tabú admitirlo a amigas y familia. Se trata del momento en el que tu novio, ligue, amigo con derechos o como prefieras denominarle, de golpe y porrazo te comenta que ha conocido a otra chica y que es especial.

El momento de la aparición deslumbrante de dicha chica en la vida de nuestro sujeto pudo haber sido tanto en la cola del Mercadona como una noche de fiesta pidiendo un mechero.
Y qué se hace contra eso, señoras.

Hoy os lo cuento porque es la segunda vez que me ha sucedido en un año con dos personas diferentes. La primera vez fue mucho más dolorosa, porque fue mi ex. Los ex pican un poco. La segunda, bastantes meses después, ha sido con mi ligue con el que me planteaba llegar a algo más, aunque claro queda que contra amores a primera vista poco vamos a hacer.

Mi reacción, en el caso de mi ex, fue de película. Pasé por todas las fases: rabia, pena, indignación, helado, aceptación, puede que sea por mi pelo, tristeza… no recuerdo muy bien el orden, pero ya me entendéis. Yo pensaba: ¿especial? ¿Qué significa especial? ¿Será más guapa, más inteligente? ¿Tendrá una sonrisa más bonita que la mía? Y delirios varios que no merece la pena redactar porque pensaríais que me falta un tornillo.

Sin embargo, esta última vez ha sido bien distinto. Al principio, no negaré que me ha picado. Al fin y al cabo, es un tipo de rechazo. Pero luego he pensado que el concepto especial no tiene ningún sentido. ¿Qué es especial? ¿Fuera de lo común?¿Fuera de lo común…a mejor? Es difícil definirlo. Lo que a ti te puede parecer especial, a mí me puede parecer una castaña.

Lo que intento decir, mujeres del mundo que hayáis recibido este comentario y os haya sentado como una patada en la boca del estómago, es que aunque suene cursi TODAS somos especiales. Todas tenemos algo que encanta, todas tenemos nuestra esencia, nuestras manías, nuestras peculiaridades. Todas podemos ser esa chica de la cola del Mercadona o esa chica a la que se le cae la toalla sudada en la clase de spinning y piensa que nadie se va a fijar en ella con esas pintas pero fíjate tú por donde que hay un chico que si al final de la clase y piensa: ¡qué chica tan especial! Le da igual llevar el flequillo sudado! (Leer sin respirar, para crear emoción)

Esa puedes ser tú, hermana.

Así que la próxima vez que alguien os pregunte qué fue de aquel chico del que nunca jamás se supo, con todo el buen humor del mundo y sin rencor ni acritud, les respondéis: Bueno, ya sabes, me sobraban un par de kilos cuando estaba con él. ¡Los suyos!

Anónimo