Lo quieres. Lo amas. Entregarías cada parte, cada pedazo de tu alma por estar con él. Porque así es el amor, ¿verdad? Impulsivo, arriesgado y doloroso.

Porque duele. Duele cada vez que la inseguridad te carcome, como se consume una vela que lleva demasiado tiempo encendida. Duele cada vez que sólo recibes excusas a cambio, falsas promesas, te quieros vacíos. Porque eres como un incendio que sólo sus brazos pueden apagar.

Y te preguntas, a media voz, por qué algo tan fácil se vuelve tan complicado cuando se trata de él.

No es justo.

Y sabes que estás viviendo una mentira, preguntándote cuando va a cambiar. Cuando se dará cuenta de que también te quiere, de que te necesita como tú lo necesitas a él.

Pero él no lo va a hacer, déjame decirte que él nunca te va a querer.

 

El amor no es doloroso, no es una segunda opción. El amor te inunda, te arrastra, te ahoga y te salva como una ola en mitad de una tormenta.

Y sabes  que cuando alguien quiere estar contigo, lo notas dentro de ti. Simplemente se sabe. Así que no te quedes con amores a medias, sentimientos que sólo te hacen sentirte incompleta, por la tonta idea de que él algún día va a cambiar. Olvida el vicio de buscar siempre lo imposible.

Sabes que llevas autoengañándote demasiado tiempo. Dejándote llevar por ilusiones que nunca se van a cumplir, justificando sus actos, siempre pensando que, quizás, algún día, él decida amarte. Pero si él no lo hizo, si no sintió  cuando debió haberlo hecho, no esperes que las cosas cambien ahora, no te conformes con eso.

Así que abre los ojos y quiérete, pero quiérete de verdad. Sin excusas, sin miedos. Quiérete como él nunca supo quererte y déjalo ir antes de que te hagas más daño por el camino. Porque no merece la pena desgastarte esperando algo que nunca va a suceder.  Porque siempre nos contaron que la esperanza es lo último que se pierde, pero, ¿y qué pasa si te pierdes tú antes?