Un tío raro es ese que cuando te lo presentan no sabes dónde meterte para que no vea tu sonrisilla nerviosa de “no entiendo nada”, ese que cuando te habla por Tinder te descoloca la cara (y los esquemas) y te hace dudar de por qué le has agregado (un lapsus, seguro. Una se viene arriba con el dedito y ya no sabe ni lo que hace. Soy de match fácil, lo admito).

Porque somos humanos, si, seamos sinceros, nos agradan las situaciones en las que sabemos cómo actuar, nos atrae lo cómodo, lo conocido. Y no has visto nada como este tío en tu vida.

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Al principio le ves, segura desde la distancia mínima de seguridad, y admites para ti misma que al espécimen no hay por dónde cogerlo, ni en su aspecto ni en su forma de ser, hablar, moverse, su forma de estar en el mundo en general.

Joder qué tío más raro.

Que hasta te preguntas cómo gente así encuentra pareja. Otra rara como ellos seguro. Anda deja de pensar esas cosas que luego te castiga el karma, te dices. Claro que si ellos siendo tan peculiares encuentran el amor, tú que eres normalucha lo tienes a huevo, ¿verdad?

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Pero te empiezas a acercar creyendo que estás a salvo. Le conoces, poco a poco, porque los raros son así, desplegables, repletos de misterios y matices. Y sin que te des cuenta deja de ser una criatura extraña y se vuelve la persona más interesante que has conocido en tu vida.

Y aquí empieza el problema (la has cagado).

Cuando os separáis y tu comparas.

Lo comparas con todos los tíos a los que le haces swipe right y con todos los que te sonríen en los bares. Los demás son más guapos, más majos, más inteligentes. Son más de muchas cosas, pero no son como tu raro.

Son más de lo mismo. Lo que nunca habías cuestionado antes. LO NORMAL. ¿Qué coño es lo normal?

Son tíos que te harían muy feliz, muy desgraciada o que te dejarían indiferente. Con ellos, pase lo que pase, tienes la seguridad de que hay más peces el mar. Encontrarás a otro igual de guapo, majo, inteligente. Con sus pantalones vaqueros, su camiseta o camisa, sus zapatillas, ese pelito corto arreglado a la moda y esa barbita de tres días que hasta ahora te gustaba. El riesgo es mínimo. Sin embargo si con tu raro no sale bien… olvídate, porque no hay más como este. Es de edición limitada. La estadística dice que en un universo infinito la posibilidad de conocer a alguien como él es nula.

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Cariño, estás perdida. Perdidamente coladita por él. Si hasta le llamas «tu» raro cuando bajas la guardia. Como si un concepto abstracto te pudiese poseer, como si las personas tuviesen dueño. Precisamente cuando él está tan por encima de eso. Él que es tan raro. Peculiar. Vanguardista.

Te imaginas con él y sabes que pensarían «qué le ve» (cómo podrías tu juzgar a nadie, si también fuiste una idiota con prejuicios). Tú lo sabes de sobra y con eso te basta. No vas a dar explicaciones, es tu secreto y eso te complace y te asusta a la vez. Déjales. Ni caso. Si ellos supieran…Pero no. No tienen ni idea de lo fácil que es enamorarse de las rarezas de un tío raro. 

Anónimo