Seguro que muchas de vosotras estáis hartas de escuchar esto de boca de vuestras madres, abuelas, amigas de la familia, vecinas… y si me apuras hasta de la señora que despacha en la charcutería del mercado. ‘Ay hija, ¿no tienes novio?, pobre, qué sola debes estar…’. No sé por qué hay tanta gente que debe pensar que el hecho de no tener pareja automáticamente implica que tus fines de semana se tengan que ver reducidos a estar en casa en pijama, viendo comedias románticas en Divinity, comiendo helado y acariciando a tu gato. Todos saben que las solteras tenemos que tener gato, es una norma no escrita, aunque sea imaginario…

Entiendo que la mentalidad de señoras que nos sacan 30, 50 o 60 años es muy diferente a la nuestra. Ellas salieron de casa de sus padres para vivir con sus maridos, tener hijos y ocuparse de tener la casa limpia y la cena hecha para cuando sus esposos llegaban a casa. Era otra generación e igual que nosotras no compartimos esa forma de vida y nos cuenta entenderla, a ellas les cuesta entender que una chica de 30 años esté viajando por el mundo en vez de engendrando hijos y atendiendo las necesidades de su marido.

El problema viene cuando esa frase, ese pensamiento, viene de gente de tu misma edad. Gente que ha decidido seguir por la senda de sus padres y abuelos (algo totalmente lícito, por otra parte), pero que te mira como un bicho raro porque a los 30 años no tienes una hipoteca, un marido, 2 hijos y tus fines de semana se reparten entre ir a casa de tus padres y a casa de tus suegros.

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Yo lo que me pregunto es por qué cuesta tanto entender que esa forma de vida no es para todas; no todas la queremos, o quizá la queremos, pero no la tenemos, pero no por ello somos menos felices. Estamos solteras pero no estamos solas. Tenemos amigos con los que salir los fines de semana, con los que ir al cine, con los que organizar un viaje increíble. Tenemos compañeros de trabajo con los que tomar cañas un jueves, con los que disfrutar de las copas después de la cena de Navidad, con los que reírnos cada día en la oficina. Tenemos familia con la que pasar un viernes por la noche en el que no nos apetece salir, con la que contar para que nos vengan a recoger al aeropuerto cuando aterrizamos tarde un domingo, con la que hacer planes para ir a tomar el aperitivo los fines de semana.

Nos tenemos a nosotras mismas para hacernos compañía cuando no queremos la de otros. Para tener tiempo para pensar en nosotras, para tomar decisiones sin dejarnos influir por la opinión de otras personas, para aprender a conocernos y descubrir cosas bonitas sobre nosotras que aún no conocíamos. Nos tenemos a nosotras mismas para decirnos lo fuertes que somos sin necesitar que sean otros quienes nos lo digan. Para saber que somos muchas las que estamos solteras, y que siendo tantas, no estamos solas.

Porque no es lo mismo estar soltera que estar sola. Yo llevo un tiempo soltera y sólo estoy sola cuando yo quiero, cuando lo necesito, cuando mi cuerpo y mi mente me lo piden. El resto del tiempo, creedme, estoy mucho menos sola que gente que no está soltera.