Son muchos los que piensan que temer al compromiso es cosa de hombres y eso, amigas mías, no es así ni por asomo. Si bien existen personas que les encantan las relaciones, yo con solo pensar en ellas, tengo escalofríos.

Dicho esto, quiero aclarar que:

  • Mi «fobia» no implica odiar a las parejas ni rechazar las demostraciones de amor ajenas (salvo excepciones empalagosas), ni mucho menos pensar que el amor es una gilipollez.
  • Me gusta el cine/literatura románticas (salvo excepciones empalagosas y absurdas)
  • Cuando veo a una pareja de ancianos de esos que se les ve en la vida que están enamorados desde hace 60 años me lleno de ternura y suspiro, soy así de ñoña (aunque pensar en que ella puedo ser yo, me agobia).
  • Huir del compromiso no implica ser infiel cuando estoy en pareja, ni una zorra sin emociones, ni dedicarme a jugar con los hombres.
  • No querer emparejarme no es invertir mi tiempo libre en tirarme a todo aquel que vea -ojo que quien lo haga perfecto, solo digo que no va con mi carácter-. Simplemente no me atrae la idea de emparejarme con la misma persona durante años.
  • No he tenido relaciones traumáticas. Sí, es cierto que la primera que tuve reunió todos los rasgos para convertirse en una relación tóxica, pero corté por lo sano al poco tiempo. Así que ni traumas, inseguridades, complejos o lo que se os ocurra. Esto lo digo, porque siempre hay alguien que se cree Freud y quiere sacar traumas donde solo hubo vivencias normalitas.
Esta suele ser mi cara de circunstancias

Una vez aclarado esto diré que:

Odio los comienzos de las relaciones.

Me da PEREZA, os lo digo así de claro. Habrá quien le encante esa incertidumbre, ese cosquilleo en el estómago, esa sonrisa de gilipollas y esa sensación de qué maravilloso es el mundo. A mí no, la he vivido y no le cojo el gusto. No me gusta parecer gilipollas y en esa fase lo eres, lo siento, no hay excepción: escupes corazones, el amor es lo más y te pasas todo el día con sonrisa de psicópata.

smile smiling 1997 brendan fraser leslie mann

Todo eso sin contar el estrés que me produce enfrentarme a las primeras citas, pensar qué ponerme  y, por favor que nadie me diga eso de mujer, no hace falta que te arregles, te tiene que conocer tal y como eres blablablá MENTIRA: todas sabemos que al principio siempre hay que maquearse, las imperfecciones que las descubra él solito.

Que la gente piense que tengo pareja me pone de los nervios.

No sé la razón, no sé si es por la sonrisilla de Uyuyuy tienes novio que me ponen los conocidos, o que parece que al tener pareja pasas de ser un tú a un vosotros, la cosa es que no lo soporto. Por esta misma razón, tampoco me gusta ir cogida de la mano, tengo la sensación de que todo el mundo me mira, así que cuando lo hago, intento esconderlas entre nuestras caderas…sí, es raro y sí, seguramente por eso nos miran, porque solo me falta poner un periódico encima de las manos para disimular y silbar mirando hacia el cielo.

the office hiding

La palabra novio me produce urticaria.

De hecho, técnicamente nunca he tenido novio porque nunca he usado esa palabra, yo soy más de  es el chico con el que salgo. Sí, ya sé lo que me vais a decir, que solo es una palabra. Me da igual, la detesto.

Ven a mi casa…pero luego te vas. 

Aunque hayan pasado un par de meses desde que empezara a salir con un chico….mi espacio de confort es mío y tú no entras en él.  Entra en mi casa las veces que quieras pero lo siento, nada de quedarse a dormir -a no ser que veamos una película de miedo-, ni de entrar en mi cuarto si no es para echar un polvo, ni se te ocurra tocar mis cosas y mucho menos preguntarme por qué tengo una postal de Navidad colgada en pleno agosto, porque no te concierne. Me da igual que llevemos dos meses, no metas tu nariz en donde no te importa.

Como sea consciente de que voy a tener una cita….saltan las alarmas.

Dime de ir a tomar algo y estaré cómoda, dime que quedamos después del curro/clase/cola del paro y estaré cómoda, pero dímelo casi al momento para no asumir que tengo una cita. No me avises con dos días de antelación que me vas a llevar a cenar en un lugar romántico, tampoco pretenda que vaya contigo al cine un domingo por la tarde -no sé por qué siempre lo he visto muy de parejas y me repele- y, por favor te lo pido, JAMÁS me digas al mes de salir que estás muy a gusto conmigo porque es muy posible que no me vuelvas a ver.

movies movie photoset 80s molly ringwald

Los Te quiero no son precisamente mi especialidad.

Ignoro cual es el tiempo prudencial para decirlo o que te lo digan pero, si alguna vez he llegado a pensarlo, se ha quedado en eso: en un pensamiento. Si no lo digo no es por el qué pensará mi compañero, no; simplemente me parece un gran paso que nunca he estado dispuesta a dar.

Pienso mucho acerca de la causa de mi miedo al compromiso y de cómo superarlo, y lo único que tengo claro es que este temor me ha hecho sentir en más de una ocasión como un bicho raro ¿Una mujer que no quiere comprometerse? ¿Cómo? ¡A la hoguera! Sin embargo, con el paso de los años he llegado a la siguiente conclusión: A pesar de haber salido con chicos estupendos, no eran los adecuados. Seguiré yendo a mi ritmo, poco a poco, porque estoy convencida de que cuando conozca a ese alguien con quien me encuentre cómoda, todos los miedos se disiparán ¿verdad? No, en serio os lo estoy preguntando, es así ¿no?