Hacía unos meses que había conocido a mi bello damo de Badoo ( qué le voy a hacer, era la red que estaba de moda entonces, aún Tinder no había nacido ) cuando ya estaba haciendo cajas para irme a vivir con él.

A por el AMOOOOOOOR!!
A por el AMOOOOOOOR!!

 

Después de un tiempo chateando nos lanzamos a quedar por fín y ahí empezó la locura. Este hombre puso mi mundo patas arriba, y a mí todo lo que podía. Estábamos super teenagers; yo le miraba idiotizada como si hubiera estado viviendo en una cueva toda mi vida y no hubiera visto un maldito ser humano en toda mi existencia. Nos faltaba el tiempo para comernos a besos y achucharnos y viviendo en diferentes ciudades, de crazy totales nos buscamos nuestro nidito de amor.

24/7 mucho aquarius y mucha cremita.
24/7 mucho Aquarius y mucha cremita.

Como toda persona que se haya enamorado sabe, se experimenta una época conejil que no te da la vida, y contenerte de dar el espectáculo es más difícil que apagar el Netflix.

Mi hombre y yo nos metíamos mano a todas horas por debajo de la mesa en las comidas familiares o cualquier otro evento y andábamos más calientes que el palo de un churrero, así que en cuanto veíamos la ocasión copulábamos como gorrinos en un oportuno paseo por el campo, en el coche de camino a casa, y alguna vez en la nuestra.

mad

 

Un día de esos raros que nos dio hasta por irnos al dormitorio estábamos los dos muy intensitos:

– ¿Enciendo la luz?

– No, dejalá así, aún se ve.

Y yo es que era una romántica y me pirraba ver la luz del atardecer en los pectorales de mi adonis; las luces anaranjadas en su perfectamente esculpido trasero, mientras nos besábamos intensamente y nos palpábamos con descontrol.

Todo era muy rápido y muy intenso; le había sacado la camiseta y me incorporé para arrancar ese pantalón que se interponía en mi camino. Mientras yo iba a deshacerme de ese traidor vaquero el venía hacia el mío con su gran y dura……….

CABEZA.

 

CRACK!!

 

– AAYY!!

¡Que dolor de nariz! Ay! Ay! Ay!

– ¡Ay Dios! ¿ Estás bien?

– Creo que me sangra.

 

Y cuando aparté las manos de mi nariz y vi la cara de mi novio, supe que en ese mismo momento debía parecer un puto Picasso.

Lentamente me acerqué al espejo y ahí estaba alguien que no reconocía.

 

– ¡Dios! ¡Parezco un puto Avatar! hahaha ¡que fea! Espero que no se me quede esta cara… vámonos a urgencias, anda.

Todo acabó en una fisura de tabique (sí, mi chico lo tenía todo durísimo ese día) y en un mes de sexo en cruz, porque su cabeza tuvo una importante orden de alejamiento de mi cara.

PD: Gracias a todo el personal de Urgencias que me preguntaron varias veces cómo había sucedido e indagaron para intentar detectar signos de maltrato.

 

SBG