Hay veces en la vida en la que estamos cachondas y queremos un rollete. Hay veces que necesitamos a un maromazo de esos que los ves y sabes perfectamente que ese tío te coge, y te destruye. De los que son pura atracción, puro sexo, puro mepongomalasolodepensarlo.

En mi caso, estar cachonda es siempre un síntoma de que se avecina una cagada monumental, principalmente porque hormonas+Candela= malas decisiones. Y la última vez no fue una excepción.

Hace un par de años, cachonda perdida, decidí que estaba harta de la sequía y tenía que atacar. Yo, que siempre he sido una viejuna hasta para ligar, no quería tirar de Tinder, porque yo para esas cosas necesitaba tener «o sea, una conexión especial, ¿sabes?» Así que tiré de crush. Pensé en todos los chicos con los que siempre había tenido tensión sexual pero no sexo, los unfinished business del folleteo, los sí pero no…y así me pasó, que todo mal, porque cuando bajas a alguien del pedestal del crusheo suele ser bastante decepcionante.

El chico en cuestión y yo llevábamos años con el tonteo de buen rollo, ese que hace que la línea que separa la amistad de algo más se tambalee y que a mí, sinceramente, me pone tó burra. Yo sólo con oírlo hablar ya me subía por las paredes, porque todo él ejercía un poder sobrehumano en mis bajos. Bueno, él, y los dos años que llevaba sin echar una canilla al aire (ya sabéis, FRUNGIR).

Un buen día, con alcohol en las venas y harta de que este señor no me hiciera de tó, di el primer paso y le metí morro. No me hizo un Bisbal, lo que interpreté como una buena señal. Pero ya está. NADA MÁS. Nos liamos un par de veces, borrachos y cachondos en discotecas aleatorias, agarrados el uno al otro como si no hubiera un mañana, asustando al personal (que creía que lo íbamos a hacer ahí mismo). Pero no. Ni ahí, ni en ningún lado, porque por mucho que yo lo intentara, no pasábamos de primera y yo, tras cuatro horas pegada a alguien casi sin respirar, pues qué queréis que os diga, buscaba un poco de ayuntamiento carnal.

Un día, frustrada por el no-apareamiento, le dije alto y claro que tenía casa libre la semana siguiente y que quería pasar a mayores porque lo que hacíamos «se me quedaba corto». Que a ver, mi intención no era solo chuscármelo, pero joder, un meneo de vez en cuando no le sienta mal a naide. Pues bien, poco le faltó para salir corriendo ahí mismo.

No sé si es que fui mi directa, si es que le asusté o qué, pero desapareció. Literalmente. Que sí, que hacer bomba de humo no es un crimen, pero joder, hubiese preferido por lo menos una postal (aunque un polvo de despedida hubiese estado fetén).

Lo gracioso de todo esto es que un año después (que se dice pronto), de la misma manera que tiras un boomerang y este vuelve, él regresó. Cuando ya no tenía otras opciones, cuando se quedó solo. Tiró de agenda de contactos y vio mi número. Pensó que estaría dispuesta (como siempre, supongo) y joder, nos lo pasábamos bien, ¿no? Así que me mandó un mensaje, sabiendo que yo tenía pareja. Me tiró una ficha tan descarada que me dio en el ojo y me dejó ciega. Y me pareció todo muy irónico.

¿Por qué hay tíos a los que se les enciende la bombilla cuando ya no estás disponible, como si tener novio fuera lo único que te faltaba para ser interesante? Sin embargo, cuando estás soltera y dices la frase: «oye, que me gustas, vamos a quedar» salen disparados.

MUJER, TANTA DECISIÓN NO, QUE LE QUITAS EL MORBO A TODO.
IGNÓRAME DURANTE UN AÑO Y YA VERÁS COMO AHÍ SÍ QUE ME TIENES.