Conocí a un chico en una discoteca, todavía no existía Tinder y las disco/bares eran nuestra única opción si queríamos ligar con la peña. Ya nos conocíamos de varias veces y habíamos tonteado hasta el máximo. Habíamos guarreado en su coche, en la discoteca y hasta en la calle, así que aquella noche tocaba acabar en su casa. ¿El problema? Yo estaba con la regla, en mis últimos días, pero todavía llevaba puesto un tampón.

Con la emoción de lo que iba a suceder controlé mal las dosis de birra y me pillé un pedo que ni Alfredo. Consciente pero ebria fui varias veces al baño de la discoteca para cambiarme el tampax, pensando que a las 5 de la mañana tenía que ir una última vez para deshacerme de ese invento del diablo y poder dar rienda suelta a lo que más me apetecía: entregarme al fornicio con ese colega y pasarlo bien.

5 de la mañana, ya tenía la boca sin pintalabios, los morros hinchados de tanto beso y las tetas más magreadas que una masa de pizza. Él se acerca a mi oreja y me susurra que nos vayamos a su casa. Yo, con mi pedo, no tengo que decir nada porque casi llevaba las bragas por los tobillos de las ganas que tenía de notar su polla.

News-legs-chair-flirt

Llegamos a su casa, nos desnudamos RA-PI-DITO y empezamos a darle al tema. Ay amigas, aquel polvo soñado fue un desastre. Yo borracha y mareada, él sudando como un pollo encima mío, descordinación total y un dolor que no entendía. Le miraba la pinga y pensaba «joder, si no la tiene tan grande». No pudimos ni acabar, me quedé dormida y él se fue a dar una ducha.

Al despertar casi muero de la resaca, de la tristeza por mi polvo fallido y por mi dolor de coño. Fui a mear, me duché y mientras estaba en la ducha me quedé HELADA.

GLORIA, TE LLEGASTE A QUITAR EL TAMPAX?

Sudor frío, parálisis permanente, ganas de vomitar, diarrea. Mi cabeza iba a mil por hora pensando y haciendo una intentona de recordar qué cojones había hecho durante toda la noche. Morrearme, beber, magrearme, chupitos, morrearme, quitarme un tampax, ponerme otro, magrearme, bailar, chupitos, cerveza, morrearme, ponerme caliente como una moto, salir de la discoteca, pillar el metro, ir a su casa… JOOOOOOODER.

Sí, había follado con un tampax puesto y ahora entendía todo el dolor y toda la sensación de estar clavándome algo que no era un rabo. ¿Qué iba a hacer? Pues nada, salí, me tumbé en la cama y le dije al muchacho: inspecciona, me has follado con el tampón puesto. Y ahí me veis, con un tipo que apenas conocía inspeccionando mi coño como el Doctor Gámez, mi ginecólogo.

– No veo nada.

– Pues saca una lupa porque ahí tiene que estar.

– Que no hay nada, ¿estás segura de que no te lo quitaste?

giphy

– No, no estoy segura porque el puto Tequila es el demonio y tengo unos blackouts de la hostia.

– ¿Te llevo a urgencias?

Y a urgencias que me fui. Un sábado, de resaca y con ropa de fiesta a las 13h. Me tocó una doctora muy estúpida, que le dijo al chico que si entraba o se quedaba. Yo respondí por él diciendo que se iba. Se fue. La doctora me abrió de piernas, me inspeccionó profesionalmente y encontró mi tampón.

– Casi se te incrusta en el cerebro. ¿No te han enseñado que tienes que quitártelo antes de ponerte otro?

Quise morir de vergüenza, no pude contarle la verdad. Asentí y me fui de allí haciendo el peor Walk of shame de mi vida.

Moraleja: si sabes que vas a follar olvídate de tampón, arriesga y vete con compresa o sin nada, con la borrachera él pensará que estás con el chichi japiberdei y no desangrándote como un gorrino. Todo mejor que se te quede atrapado un tampax en tu coño. Palabra.

Melanie-Laurent-Yes-Nod-Ok

GLORIA G.