Perdida, salida y viviendo al límite podría ser mi rótulo si fuera a First dates. En ese estado es como conocí a un chico con el que mantenía una relación de sexo, pringles y rock and roll. Hasta que un día el muchacho me propuso hacer un trío con una chica que él conocía.

De toda la vida me han gustado los tíos pero como me llevo mejor con las tías que con los tíos pensé «¿y si me gustaran las tías?«, pues sería una ventaja. Me cambio de acera y punto, como quien se da de alta en movistar fusión. A esto hay que sumarle que soy una mujer trans, con lo cual coños no había visto ni el mío propio.

Total que llega el día en cuestión y aparece por la puerta una tía guapísima, metro ochenta, 90-60-90 y vestida súper modosita, como una princesa Disney. Sentí que el trío iba a ser como cuando echas una candidatura a Infojobs. Vas ilusionada, se presenta otro mejor y a ti te dan las gracias por venir. Así que me di bastante a la bebida mientras cenábamos pensando que el alcohol iba a ser lo mejor de la noche.

drunk

Cuando vamos a ponernos al tema la chica se va al baño y vuelve con una peluca roja y enfundada en un atuendo de cuero tipo dómina. Y mientras yo debajo del vestido con una faja que llevaba de refajo. Esto era otra liga, amigas. Así no se podía jugar.

Fui al baño a sacarme la faja y ponerme una lencería bonita y al volver ella ya estaba chupándosela a él. Esto era claramente competencia desleal. Total, que me puse a morrear con el chico y magrearnos cuando veo que la otra para la mamada, se echa a un lado y le dice al chico «a ver cómo te la come la gorda«. ¿Perdona? La gorda tiene nombre, y vas a ver que como más cosas que palmeras de chocolate, zorra. Así que me pongo a trabajar las amígdalas con ganas y escucho a la loca del coño que me dice «relájate y disfruta» y veo que me intenta meter el puño por el culo. Así, de risas. Lo mismo se pensaba que sólo tenía que decir «ábrete sésamo». ¿De dónde has sacado que se abren culos así? ¿De la cárcel? ¡¡¡Te voy a hacer comer barro, puta!!!

zorra

Me di la vuelta y empecé a apretarle los pezones por despecho, pero a pesar de molestarle, ella gozaba de placer. Entonces me pidió que le hiciese un dedo. Bueno, yo metí el dedo pero me quedé con cara de vaca cuando ve a un tren pasar. ¿Y ahora? Osea, en serio, mil perdones por lo que voy a decir y lo digo desde el respeto. Pero qué coño (y nunca mejor dicho) era eso. No entendí la textura de la cavidad. Y lo peor de todo, me sentí como una conductora novel en una rotonda. ¿Para dónde tiro? Arriba, abajo, izquierda, derecha, mete-saca, ¿le doy vueltas como si estuviera removiendo el colacao? ¿soplo?

La chica comprendió que mis dotes con mujeres eran iguales a las de interpretación de Eddie Murphy así que se levantó, me cogió y nos pusimos los tres tumbados en la cama. A estas alturas de la película yo me sentía como Dumbo en el circo cuando todos los elefantes hacían una pirámide humana. Yo tenía un brazo por aquí, una pierna por allá, una mano perdida, que me estaba estresando más que con los exámenes de Selectividad.

El final de la historia llega con que ella le dice a él «has sido un chico malo» y empieza a darle azotes y bofetadas pero nivel heavy metal. Se sale de la cama, tira todo lo que había encima del escritorio (portátil incluido) y empieza a gritar como la niña del exorcista y a tirarle de los pelos a él. Esto iba a acabar como el coño de la Bernarda.

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Sólo faltaba Juan Y Medio abriendo la puerta con un ramo de flores gritando «Inocente«. Pero no. Estaba yo sola allí, oliéndome el dedo que le había metido en el coño como quien cata jamón, mirando cómo se azotaban y preguntándome ¿pero qué necesidad tendré yo de esto? Que yo vine a un trío, no a Jumanji joder.

Así que muy educadamente les dejé allí destrozando el inmueble mientras yo recogía mis pertenencias con la clara idea de que algunas veces, tres son multitud.

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Autora: La tercera en discordia

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