Érase yo, virgen a mis veintitantos y curiosamente exigente. Porque sí, a pesar de que llevase salidísima desde los 14, necesitase sexo YA desde los 16 y creyese que iba a morir a pesar de la masturbación a partir de los 18, no me conformaba con cualquier gilipollas. Tampoco necesitaba a un príncipe azul con el que fuera a casarme y comer perdices, pero si alguien medio decente que me pusiera. ¡Qué menos!

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El chico al que llamaremos Juan por no revelar su verdadero nombre, RAÚL, llegó por esa época de mis veintitantos, me atrajo sexualmente y ¡milagro! Yo a él, así que empezamos a salir. Como no quería solo sexo ni que me utilizaran, le hice esperar unos 3 meses hasta que supe que estaría a mi lado si me gustaba y no me iba a dejar colgada con un polvo y ganas de más sin saber si tardaría otros 20 años en conocer a alguien con quien sintiera atracción mutua en todos los sentidos (¡maldita demisexualidad!). Le dije que era virgen, le sorprendió que una chica tan preciosa como yo se hubiera conservado intacta para él (¿hola que dise?) y encantado de la vida.

 

El día que nos pusimos en faena yo estaba súper ilusionada. Nunca tuve “miedo” a perder la virginidad, ni al dolor ni esos rollos como mis amigas, quizá por mi madurez y no pasar por eso en la adolescencia. Y al fin llegaba. Nos desnudamos, el chico la tenía tirando a pequeña, cosa que supuse que sería útil para una primera vez, y nos pusimos a ello… O lo intentamos. El chaval nunca había estado con una virgen y en cuanto vio que no le entraba a la primera (creo que ni metió la punta) se vino abajo. Y no hubo manera. Por mucho que le dije que a mí no me importaba que empujara bien, que forzara… No se le levantó. Se rayó y encima YO le tuve que consolar, en pleno virgidrama. Y así casi tres meses…

 

Mi frustración aumentado brutalmente y haciendo de psicóloga. Me dice que si eso puede tomar viagra o IR DE PUTAS a ver si es que es solo conmigo porque soy virgen… (¿HOOOLAA?). Os preguntaréis por qué seguí con Raúl, digo Juan, digo… ¡Ay, que me habéis pilllado! RAÚL era el primer tío con el que sentía química sexual y no le quería dejar escapar. Me iba a desvirgar sí o sí. Tras meses dorándole la píldora y consolándolo, recibiendo dedos mediocres y comidas de coño que daban pena (yo a estas alturas ya solo quería que me la metiera, abriera el agujero y a volar) al fin lo logramos. Fue bastante mediocre pero al menos el agujero de las narices se había abierto de una vez. Al final le cogimos el gustillo y nos acostamos un par de años, pero la relación se fue a la mierda porque le pillé conversaciones pajeándose con otra por Skype. Antes de que me diera tiempo a cortar porque mi situación personal era una mierda pinchada en un palo en aquel momento y no quería más dramas, me dejó. Me recompuse como una reina y pasé de su culo.

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¿Lo más gracioso? Meses más tarde conocí a un chico estupendo con el que aún estoy y… la primera vez que nos acostamos, sangré. AÚN ME QUEDABA HIMEN. Llegué virgen casi a mis 30 por culpa de un inútil.