Tengo 32 años y hasta hace 2 estuve trabajando como profe en una academia. Mis alumnos eran universitarios (20/22 años) y, bueno, digamos que uno de ellos me entró por la chirla nada más verle pero no pude hacer nada porque es más que ilegal y dónde voy con un niñato, así que tras muchas horas de vibrador conseguí apaciguar a mi gatico acostao.

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Casualidades de la vida, hace cosa de 3 meses, me volví a encontrar con el responsable de que la mitad de mis bragas estén siempre mojadas. Fue una casualidad cojonuda porque resultó que al tipo yo también le pongo la pirula tropical y chica, magia. Decidimos quedar para cenar y tener una cita en condiciones, y así lo hicimos. Plan de cita de las 3 C’s: cine, cena y copas.

Acabamos la tercera copa y nos fuimos para mi piso, no sin antes parar en un badulake a comprar cervezas y pipas para amenizar la velada. Me parecía planazo porque los últimos tíos con los que había quedado están ya en la fase treintañera declive y solo piensan en copas de vino y tablas de queso rancio, así que cerveza y pipas fue lo más cercano a un plan divertido en años.

Nos jincamos varias latas y la cosa empezó a calentarse. La madre santa purísima, el chaval tendría 20 años pero besaba con la experiencia del Maestro Muten Roshi, qué vicio tenía el cabroncete. Se coló por mis bragas en un visto y no visto y al decirle que cómo lo había hecho me dijo que era Houdini y que esperase a lo que me iba a hacer en la cama.

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QUE ME ATE, QUE ME ATE, pensé.

Y sí, me ató al cabezal de la cama y me hizo volar y yo volé de él y la moto se fue a la puta y todo fue tramboliko. Acabamos tan cansados que nos quedamos sobados en la posición que pudimos, desnudos y con el suelo lleno de condones.

Ay, qué calorcito tan rico. Ay, qué pasa, ahora hace frío. Ay, pero si esto está mojado. Mierda, ¿me ha venido la regla?. Pero si no me toca. Ay que sigo con los pies atados al cabezal. Qué bruta soy. Voy  a avisar a este.

Ay amigas, AY AMIGAS.

El calorcito, el frío y la humedad habían sido provocadas por mi acompañante, por Houdini, el mago de hacer las cosas en un visto y no visto. SE HABÍA MEADO EN LA CAMA. Grité, no pude hacer otra cosa porque no me salió otra cosa. Houdini despertó y al ver el espectáculo cogió sus cosas y se fue. Sí, sin vestirse, sin despedirse, sin darme explicaciones y, lo más importante, sin desatarme de la cama. Y ahí me quedé yo, atada, llena de pipi ajeno, sin encontrar la maldita llave de los chinos y viendo cómo Houdini se convertía en un Juan Tamariz de tres al cuarto.

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Pobre Juan, con lo chistoso que es.

La expresión que lleva repitiendo mi madre toda la vida cobró sentido: quien con niños se acuesta meado se levanta. Desde ese día he decidido que prefiero las citas con vino y queso rancio, y dejo el birreo extremo para mis noches de conciertos y de colegueo, donde cada uno controla se vejiga. Y si veo que algún posible es un birrero desatao, le hago un Houdini y desaparezco.