Hace ya tiempo que sigo esta página y en alguna que otra ocasión he escrito en el foro pero cada vez que leo un «follodrama» pienso…uf, yo debería contar el mío. Así que hoy me decido a escribiros.
Tras unos 4 años sin pareja y en los cuales me había mantenido «activa» gracias a un follamigo unos 13 añicos menor que yo, pues debo reconocer que en ocasiones me sentía sola y me apetecía algo más que solo eso. Fue así como decidí abrirme a buscar algo más y le conocí a él (llamémoslo Pablo).
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Yo tengo 37 años y él 40. Conectábamos a la perfección y teníamos las mismas aficiones e inquietudes. Tanto fue así que empezamos a vernos cada vez más seguido y al final ya quedábamos casi cada día.
Él decía que su historia con chicas nunca acababa de cuajar porque cuando se mostraba tal cual era pues ellas huían,  y yo muy curiosa pues le dije…si hay algo que aún no se de ti, suéltate. Demuéstrame a qué te refieres y veremos qué pasa.
Y la cosa se puso buena… Habitualmente el sexo era espectacular y ese día estaba siendo aún mejor hasta que en ese momento cuando estábamos a punto de corrernos me comenzó a decir guarradas. Pero no del tipo habitual, sino del tipo…«quiero ser tu retrete», «que me lo hagas en la boca y me obligues a comérmelo todo». Y muchas muchas más… Y no hablamos de correrme o hacerle pis, no, no….hasta me dijo que antes comiese algo con mucha fibra para facilitar las cosas. Ya os imaginaréis mi cara.
Fue decir lo de la fibra y en ese mismo momento se corrió. Obviamente yo no, porque eso no está dentro de lo que me excita. Me vestí y salí casi corriendo.
Me costó una semana volver a verle. Y si, le dije que conmigo eso no iba y le pregunté si teníamos una relación, si él podría vivir sin eso. Me dijo que no, que si yo no lo hacía pues buscaría otra solo para eso y así podíamos seguir juntos.
Conclusión: termine huyendo como todas las anteriores.

Clara