Antes de nada, quiero decir, que este artículo está escrito desde el más profundo respeto a cualquier tipo de religión, que nos conocemos.

Ahora bien: estoy muy enfadada.

Acepto y entiendo que cada uno es como es; que hay gente que cree en Dios, en el Espíritu Santo y en la Virgen de la Paloma. Lo que no entiendo es que esa gente esté en Tinder. Bueno, miento; que esté en Tinder sí, pero que me pidan fotos cochinas y luego no quieran follar porque es pecado, lo siento, pero NO.

¿Dónde está el límite entre aceptar el comportamiento y pensamiento de una persona y mandarle a tomar por culo? Pues yo os juro que intenté encontrarlo, que tuve paciencia e intenté comprenderlo, pero lo único con lo que acabé fue con un calentón del quince intentando dormir al lado de una persona que se puso el despertador para ir a misa mientras amigablemente me tocaba una teta. Promise: solamente UNA.

Si no sabes torear, pa’ qué te metes Manolete. Vamos a ver, si no vas a querer tener ningún tipo de relación personal ni carnal con alguien, ¿qué cojones haces en Tinder? Porque la cosa no se quedaba ahí, ya os dije que intenté entenderlo, pero me encontré de bruces con el rechazo porque según él: era demasiado complejo como para entenderlo.

Pero eso sí, la pregunta se la hice. No podía quedarme con la duda. Tenía ante mi a un señor que decía no follar porque va en contra de sus principios y entra en conflicto con sus valores, (porque claro, todos sabemos que el fornicio es malo, malísimo y nos hace a todos malas personas) pero que  considera que pedirle fotos cerdunas a una tía después de intercalar cuatro frases es totalmente lícito y con rezar un Padre Nuestro después vale.

El cuerpo es débil a veces me contestó. Todos tenemos necesidades.

Aham. Entiendo.

Osea, que te metes en Tinder para conocer chicas solo por el mero hecho de satisfacer tu placer personal, (ese del que intentas huir) y te da exactamente igual lo que ellas puedan pensar, sentir o paceder, ¿no?

Saquen sus conclusiones señores. Porque las mías las tengo claras: ojalá una religión sin normas en la que lo único que importe sea ser feliz, amar y no hacer a los demás lo que no quieras que te hagan a ti. Ah no, espera, que eso ya lo dice la religión cristina. Entonces planteémonos cómo vivimos nuestra religión por favor. Más sentir y menos engañar.

Lola