Una de las cosas más maravillosas del mundo es poder follar sabiendo que eres gorda. No me refiero a que lo sepa el chico en cuestión. Obviamente tiene ojos y si vais a acabar en la cama es porque ha catado previamente tus mantecas. Me refiero a echar un polvo sabiendo TU que eres gorda. O más que saber, que lo sabes, creyendo que aun estándolo puedes y mereces follar.

No sé vosotras, pero yo he follado buena parte de mi vida pensando que igual no estaba tan tan gorda y por eso estaba a punto de darlo todo con este o aquel. Porque por supuesto la única manera de que alguien quiera tema contigo es que no seas demasiado gorda. O que, por arte de magia, él no se haya dado cuenta de que lo eres. Porque ¿quién se atrevería a follar con una foca? Hasta tú lo piensas… Total, que no te conoces a ti misma, te infravaloras y encima te engañas.

872d3c1b8304e9f6649e21d09eda76d7

Llega entonces el peor momento. Cuando tienes una oportunidad de zumbar y la estropeas por no creer en ti misma. Cuando, en vez de disfrutar, te conviertes en un complejo andante. ¿Se dará cuenta de que tengo barriga? ¿Notará el blandiblú de mis patorras? ¿Se percatará de cómo se expande mi papada cuando estoy boca arriba? ¿Sentirá mis tetas caídas bajo las que podría colocarse no un lápiz sino todo un estuche? ¿Verá que la circunferencia de mis brazos es más tocha que la del resto de chicas con las que seguro que ha estado? La pregunta es sí, lo nota. Pero no porque tenga súper poderes sino porque sabe que eres gorda. Aquí la única que no ha terminado de creerse que es gorda y igualmente puede follar lo que quiera eres tú misma. Y no porque no agarres tu flotador cada mañana antes de entrar en la ducha. Sino porque, por alguna razón que solo Punset y su pelo podrían explicar, tu cerebro desconecta la idea de que seas gorda y chingues porque ¡horror! Nadie se tira a una gorda. Ni tan siquiera tú crees que eso sea posible. Así que, por esa regla de tres, crees que no puedes estar, al menos, tan gorda. Angelito… Cuando tú eres gorda, no te quieres y además follas pensando que no lo mereces, no entiendes nada y eres de todo menos libre.

Tus movimientos en la cama, coche o similar son, por lo tanto, cobardes. Temerosos de que realmente él se dé cuenta de que efectivamente eres gorda (¿Hola? ¡Ya lo sabe! Y tú eres tonta), cuando aquí la única que no se ha olido la tostada eres tú. Por eso no sacas tu lado sexy y muchísimo menos haces cosas como sentarte encima de él en el sofá o ponerte a cabalgar como las trastornadas. Gorda y atrevida, ¡solo faltaba! Yo follaba así siempre. Hasta que de pronto un día me di cuenta de que era gorda y no pasaba nada.

Ahora asumo que lo soy, hablo de gorduras y sé que los tíos que finalmente van conmigo lo hacen sabiendo cómo estoy. Ese día que supe que era gorda y follable, que de verdad creí que podía chingar aún con michelines a full, fue una liberación. Con mayúsculas, luces de neón y la flamenca del Whatsapp. Forma parte de conocernos, aceptarnos y querernos tal cual somos. A mí me llegó tarde, cuando me acercaba a los 30.

f9e98d9006e4c7e41f1937b23b4e5b1b.640x360

Comes pollas como Terelu porras, porque te gusta y a él mucho más. Dejas que te coman el mismísimo toto pero bien, disfrutando y dejando los complejos a un lado. Sin pensar en tu lorza potorrera. Y un día dices, “pues ahora me pongo yo arriba y a darlo todo a ver qué tal”. Y te descubres a ti misma cabalgando como las putas locas y olvidándote de que pasas de los cien kilos. Porque te dejas llevar. Porque estás muy arriba (literalmente). Te sientes una diosa. Una de Rubens, si quieres, ¡pero una diosa! Te mueves con soltura, aunque tus lorzas tengan más vaivenes que las de Homer Simpson y seas más pesada que los políticos formando gobierno. Él lo flipa sintiendo que eres tú quien le folla. Y tu comienzas a tener orgasmos de poner los ojos en blanco a lo niña del exorcista, pero en sexy (o no tanto… pero te da igual). Y sobre todo te olvidas de tus mantecas por un buen rato y disfrutas de lo que estás haciendo: Follar sabiendo que eres gorda.

Nota: Habla con amigas y te darás cuenta de que algunas pesan 50 kilos y no dejan que les coman el asunto por vergüenza, o no cabalgan por miedo a hacer el ridículo tomando el control. No dejes que te pase eso. Cree en ti porque te lo mereces y porque tienes el mismo derecho al ñaca ñaca que cualquiera. Y porque para un chico no hay nada más coñazo que una chica con complejos. Ni nada más sexy que una que está segura de sí misma, lorza potorrera incluida.

Mgemil

 

En las fotos: Morgan Louise