Y es que en WeLoversize otra cosa no, pero nos gusta aportar perspectivas diferentes a la actualidad. Y si el otro día Empe nos contaba lo mucho que le gustó el gesto de Cepeda en OT, yo hoy vengo a decir lo contrario.

Parto de la idea de que hay que acabar con el mito del amor romántico, puesto que no es otra cosa que una forma de dominio aceptada por una sociedad construida sobre un ideal patriarcal de relación monógama y heterosexual que obliga a buscar un amor eterno y verdadero. Este imaginario lo consumimos constantemente en el cine, la música, la literatura y la televisión…

Evidentemente esto no quiere decir que enamorarse no sea algo maravilloso, pero hay determinadas demostraciones de amor que esconden comportamientos de una toxicidad brutal y que todas deberíamos revisar para conseguir tener unos vínculos amorosos más horizontales y cimentados en valores positivos. Por eso me gustaría hacer una especie de reapropiación del concepto de romanticismo y señalar determinadas conductas que se alejan mucho de lo que debería ser el amor…

Lo que voy a bautizar como «hacer un Cepeda«. No amichis, en el amor no todo vale. No vale ser egoísta y exponer a la persona a la que supuestamente quieres, gritando a los cuatro vientos lo que sientes por ella,  si tiene pareja o si su situación personal es algo extraña. Las declaraciones de amor están muy bien, siempre y cuando no afecten a mal a la otra parte y no reproduzcan toxicidades del amor romántico patologizado.

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– Que te comenten absolutamente todas tus publicaciones en las redes sociales. Que a ver, una cosa es un like o un comentario gracioso de vez en cuando y otra muy distinta marcar territorio con comentarios que, de alguna manera, quieren demostrar que perteneces a alguien.

– Los regalos para pedir perdón. Es completamente innecesario comprar el perdón. Ni flores, ni joyas, ni bombones, ni pepinillos en vinagre. El perdón se pide de palabra y de acto; las cosas se hablan y se llega a una solución consensuada. Desconfiad de quien no tenga valor para decir «lo siento» pero que os regale la luna.

– El «buen trato». Esto no es romanticismo, esto es lo que tiene que ser en cualquier relación.

– Los celos. Por favor, NO. Los celos NUNCA serán algo romántico. Estoy harta de escuchar la fracesita de turno: «si se pone un poquito celoso (o celosa) es que le importo». No, cariño… si tu pareja se cela es porque cree que es tu dueño y eso nunca es sano.

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– Que te escriban todo el rato y que quieran saber lo que estás haciendo en cada momento. Alerta controller. Está claro que, cuando empiezas una relación con alguien, es casi normal hablar todo el santo día sobre lo divino y lo humano (y más ahora que tenemos WhatsApp y otras aplicaciones de mensajería), pero tiene que ser algo que salga de forma natural por las dos partes. El control es otra cosa y es algo terrible.

– Estar pegados (o pegadas) todo el rato. Y aquí hay matices porque es algo muy sutil: si las dos partes de la pareja son igual de empalagosas tiene un pase (aunque a mi me violente un poco y me parezca un rollo), el problema viene cuando es una de las partes la que necesita estar en constante contacto con la otra persona coartando su libertad.

«El amor puede con todo». Esto no es que no sea romántico, es que es una soberana gilipollez, cuánto daño ha hecho la sabiduría popular. Casi prefiero aquello de «se me rompió el amor de tanto usarlo» (Rocío Jurado approves). El amor de pareja no es algo divino e incorruptible, joder.

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