Está claro, lo ha decidido así porque yo no le veo más explicaciones. Yo creo que la genética decidió montarse un sindicato independiente cuando estaba deliberando si yo iba a ser delgada o gorda, si escogía la cinturita de mi madre o la espalda de nadador retirado de mi padre. A lo mejor es que era mejor idea darle a mi hermano los hombros delicados y los brazos delgados y a mí las caderas tamaño uno de los anillos de Saturno porque vamos. VAMOS.
Eso que te ves muy mona en el espejo y te sientes bien y estás en el metro / bus / calle / cualquier interacción social y estás tan chachi piruli por no decir de puta madre, que en tu cabeza te imaginas que ese chico que acaba de entrar, el que lleva un poco de barbita así como quien no quiere la cosa y lleva una camiseta de un grupo de música que probablemente no vuelva a hacer ninguna gira porque su cantante está muerto… want’s to ride your bicycle. (Era Queen, oc) Y tú, como una ilusa que se ha puesto su blusa anchita con mucho vuelo favorita, la que lleva como unas flores raras y colores extraños pero que mola mucho. La que te compraste y te viste como una princesa (pero como Xena), DE PRONTO, COMO SI FUERA UN ESPEJISMO, te ves en el reflejo y hey, ¿qué ha pasado con la chica de mi cuarto? HEY. CON ESAS PIERNAS TAN CORTAS Y EXTRAÑAS NO HABRÁ MÁS MIRADITAS EN EL BUS NI MÁS “¿Quieres sentarte?” EN EL METRO. HEEEEEEEEEY.
Encima puedes sumarle que tu cara ha decidido mantener un enorme amigo al que has llamado Manolo porque tiene el mismo tamaño que Manolo el del Bombo entero, (bombo incluido) y que no has visto en tu casa porque tu espejo te quiere, no como la realidad. Y entonces es cuando sacas tu móvil y disimuladamente te miras en la cámara interna para ver si de veras estás tan horrible como te has visto en el cristal. Y te ves peor. Porque el ángulo no es bueno. Porque la cámara interna del móvil desde un ángulo discreto NO ES NADA FAVORECEDOR.
Así que decides llegar al trabajo con tu sonrisa más bonita (aunque como Dios te ha dado una resting bitch face pues parece que los quieras matar a todos), te quitas los zapatos y te pones a mirar en Buzzfeed modos de hacer que tu cara sea menos extraña. Pero eso no va a pasar por mucho que metas tu cara redonda como una pelota en agua ridículamente helada, así que decides que lo mejor para el mundo será que sigas maldiciendo la genética cada vez que veas a tus padres y abuelos y luego te mires a ti misma y te des cuenta que te has llevado lo peor de cada uno.
Pero no pasa nada porque al llegar a casa, te miras en tu espejo mega chachi del Ikea, te haces una especie de coleta que se te cae a los dos segundos porque la genética te dio el pelo lacio de tu bisabuela por parte de padre y te pones a ver Orange is the New Black.
