Últimamente no tengo mucha suerte con los hombres. A veces me da por pensar que desde mi última ruptura, que fue bastante dramática, no he vuelto a ser la misma y eso está influyendo en mi manera de relacionarme con otros hombres. Yo diría que tengo a mi ex más que superado, ya hace dos años que cortamos, pero la realidad salta a la vista: desde entonces todas mis interacciones con el sexo opuesto son un fracaso tras otro.

Hasta cierto punto, eso es lo de menos. No siempre se gana. No me preocupa tanto que las cosas con los chicos que he ido conociendo desde entonces no hayan salido como yo esperaba. Lo que me preocupa es que, cuando mi ex ya estaba más que enterrado, su viva imagen se me ha vuelto a aparecer.

El otro día conocí a un chico en una fiesta. Fui a esa fiesta por motivos de trabajo, así que en ningún momento me había “vestido para matar”, pero estas cosas pasan y tampoco estamos para esquivar las oportunidades. Conocí a un chico, pero como en aquel evento no tuvimos mucho tiempo para hablar, nos dimos los teléfonos y empezamos una conversación por whatsapp. Decidimos quedar al día siguiente para poder hablar y conocernos mejor.

Yo estaba bastante emocionada con mi nuevo ligue, no lo voy a negar. Por un lado, hacía mucho tiempo que no me pasaba algo así, estoy ya demasiado acostumbrada a ligar por internet… y segundo, el chico me había llamado la atención, y aunque habíamos hablado poco por whatsapp, la verdad es que su personalidad me atraía.

Bueno, pues quedamos. ¡Pues menuda sorpresa! El día de la fiesta él llevaba, por llamarlo de alguna manera, un “look de trabajo”, pero ahora el chico se había arreglado, llevaba un “look de cita” y… parecía otra persona. Concretamente, se parecía MUCHO a mi ex.

giphy

Cuando lo vi acercarse a mí me dio un vuelco el corazón. Bueno, mi ex era superalto y este chico no, pero el peinado y la barba eran completamente iguales. Escalofriante. Tampoco quise volverme loca, aunque os juro que lo primero que se me pasó por la cabeza fue pensar “hostia, qué miedo”. Fuimos a un bar, nos tomamos unas cañas y empezamos a hablar de todo un poco. Pues hostia, qué miedo. Cuanto más hablábamos, más me recordaba a mi ex.

¿Pero por qué me tenía que pasar a mí esto ahora? Conozco a un chico por casualidad, parece que hay feeling, y en nuestra primera cita yo no puedo parar de pensar “es igualito que él, mira, mira, es que hasta piensan igual”. Me parece muy injusto para él que yo le haya tenido que juzgar por alusiones a una persona que, además, detesto. Pero no he podido evitarlo.

No es que sea una persona supersticiosa, ni creo en “las señales”, ni nada por el estilo. Este nuevo chico me gusta, me apetece seguir conociéndole, pero no puedo evitar sentir una mala espina. Algo dentro de mí me dice “no, no, no”. ¿Será mi instinto femenino o será que a mi ex no lo tenía tan superado como pensaba? En cualquier caso, quien no arriesga no gana. Puede que este chico se una a mi lista de “hombres con los que he tenido muy mala suerte en los dos últimos años”, pero puede que no, así que… ¡deseadme suerte, que allá voy!

Anónimo